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creónica | exposiciones en el reina sofía de madrid

En torno a la crítica institucional

Durante el mes de marzo coinciden en el Museo Reina Sofía varias exposiciones cuyo contenido político hace volver la mirada sobre la propia institución y su significado a día de hoy. Las muestras de Antoni Muntadas, Hans Haacke y la nueva mirada sobre la Colección sirven de medida a este ejercicio.

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Arturo / Fito RODRÍGUEZ Artista

En sus diferentes etapas y desde finales de los años sesenta, la crítica institucional ha sido una práctica ejercida básicamente por artistas y dirigida contra las instituciones (artísticas), como una crítica de sus funciones sociales, ideológicas y de representación. Estas instituciones, que se entendían como espacios de acotación y, en palabras de Robert Smithson, de «confinamiento cultural», eran susceptibles de ser interpelados estética, política y teóricamente. La institución se planteaba así para los artistas como un problema. El desarrollo de esta perspectiva crítica, que sin duda ha tenido un desarrollo en el tiempo pero también en base a contextos y acontecimientos muy precisos, ha sido teorizada por distintos autores (B. Buchloh, A. Fraser, etc.), evidenciando la cooptación progresiva de la crítica institucional por parte de las propias instituciones, un panorama que nos es bien conocido pues asistimos como espectadores a este tipo de procesos en todas las órdenes de lo social. De modo que aquello que en su día planteaba estrategias de resistencia se convierte ahora en «crítica institucionalizada», sin que existan apenas lugares, espacios u opciones para crear nuevas instituciones críticas o llevar a cabo eso que se ha denominado «prácticas instituyentes». O basta que surjan estas para que aparezcan los focos del museo para imponer su propia y tenaz lógica.

No hay más que leer la editorial del número dos de la revista «Carta», editada por el propio Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, titulada «Hacia una nueva institucionalidad» para comprender todo este proceso y su perfecto ensamblaje con la circunstancia cultural actual (local y estatal, micro y macro) que, arrasada por la crisis del sistema no tiene otro remedio que hacer entrega de los argumentos al mecanismo anestésico del museo.

Antoni Muntadas

Pero la cuestión es que las exposiciones que ahora presenta el Reina Sofía y que dan cuenta de este desplazamiento de la crítica institucional al que hacemos referencia, se presumen necesarias, los artistas que las formulan son imprescindibles y las muestras están hábilmente articuladas, de modo que la tensión se hace mayúscula cuando se mira «desde fuera» el sentido de lo que allí se expone.

Antoni Muntadas (Barcelona, 1942) ha utilizado todo tipo de soportes para tratar asuntos clave de nuestro tiempo, tanto políticos como sociales. La exposición «Entre/Between», recorre distintas etapas de la producción del artista en una suerte de constelación de los distintos ámbitos de trabajo. El dispositivo pretende identificar y resituar las ideas que se han mantenido a lo largo de toda su trayectoria: un discurso crítico sobre los sistemas visibles e invisibles de la comunicación y del poder en una sociedad dominada por el espectáculo de los media, el hiperconsumismo y la tecnología. El edificio Nouvel acoge además «Situación 2011», obra que se ubica en cuatro plantas distintas. Muntadas reanuda así la investigación llevada a cabo en 1988 en el propio museo y en el que indagaba sobre el papel de esta institución como fenómeno de masas y como espacio destinado a múltiples conexiones.

Haans Haacke

Hans Haacke (Colonia, 1936) es uno de los principales representantes de la crítica institucional surgida a finales de los años sesenta. Su trabajo, siempre polémico, desvela los mecanismos de poder inherentes a las relaciones del mundo del arte. En esta ocasión se han reunido cerca de cuarenta obras que abordan las principales preocupaciones del autor alemán como son el mercado y los efectos de la globalización.

Para esta ocasión ha producido «Castillos en el aire», un estudio que se centra en la explosión de la burbuja inmobiliaria y cultural en el Estado español. En 2011 visita la periferia de Madrid, conoce el Ensanche de Vallecas y encuentra un núcleo formado por esqueletos arquitectónicos abandonados.

Las calles despobladas, ruinas urbanas, responden a nombres de artistas y a movimientos artísticos del siglo XX: calle Arte conceptual, Arte pop o Chillida. El contraste entre las características de estos lugares y sus nombres sugiere un proceso y unas expectativas cuando menos truncadas. La instalación alberga obras de diferentes autores que ilustran cada uno de los estilos artísticos a los que hacen referencias las calles. Así Arte conceptual se acompaña de la pieza de Joseph Kosuth, «One and Three Chairs» (1965); o la calle del Arte pop se confronta con la obra «Knives» (1982), de Andy Warhol; o la calle Chillida con la obra «Topos I» (1984) del autor donostiarra, entre otras.

Junto a cada una de estas obras se exhibe una fotografía, tomada por el propio Haacke, en la calle correspondiente. La astucia que revela el autor al resolver el proyecto, este «cara a cara» entre la obra y un espacio urbano dinamitado, provoca un cortocircuito tal entre el museo y su «afuera» que solo queda rendirse a la brillantez de la propuesta con una sonrisa colgando del espanto. Crítica institucional ampliamente criticable, pero igualmente plausible.

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