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Moebius, el guía que dibujó mundos imposibles

Koldo LANDALUZE Crítico de cine

El artista Jean Giraud -alias Moebius- falleció ayer en París a la edad de 73 años. Un frío y excesivamente limitado titular que anuncia el último adiós de un creador que apostó por la imaginación sin freno a la hora de subvertir las fronteras de lo posible y utilizando el recurso primigenio del dibujo. Adentrarse en el imaginario moebiusiano supone un viaje a través de mundos paralelos tejidos a golpe de sueño y fantasía. Creador de mapas imposibles, este genial artista bebió de fuentes inspiradoras muy dispares y muy anteriores a sus determinantes encuentros con Alejandro Jodorowsky y Carlos Castaneda.

Si queremos contar con un punto de partida que dé sentido a este viaje, debemos remitirnos a las influencias literarias que encontró en Raymond Roussel y Boris Vian. Sobre todo en Roussel. En la obra de este poeta, dramaturgo, novelista, músico y ajedrecista parisino que también sedujo a algunos grupos culturales del siglo XX, como los surrealistas, los integrantes del «Taller de literatura potencial» -OuLiPo- y autores de la nouveau roman, encontró algo mágico: el hecho de que el lenguaje e incluso el relato, la estructura seria, sólo están ahí para operar un cambio. Cuando alguien viaja durante noches y noches a un mundo de ensueño, de largo ensueño, descubre que es imposible salir de él. Para Moebius este es el sueño ideal, el sueño que se intuye mediante los retazos que recogemos al despertar.

Nacido en el suburbio parisino de Nogent-sur-Marne en el año 1938, Giraud se aficionó al mundo del cómic desde muy temprana edad y contemplando los libros ilustrados que leía cada vez que debía guardar reposo en la cama convaleciente de alguna enfermedad. Los viajes fantásticos de Julio Verne le guiaron hasta la Academia de Artes Aplicadas de París. Sus primeros dibujos aparecieron en la revista «Coeurs Vaillants «y a la edad de dieciséis años, se produjo un punto de inflexión en su vida: su madre se casa con un mexicano y se trasladan a su país natal. A la sombra de los templos mayas, Giraud se dejó llevar por la marihuana y el jazz moderno que espolea sus primeras pinturas. De regreso a París, se inicia profesionalmente en la revista «Fart West» donde dibuja la serie «Frank et Jeremie» y se convierte en un alumno aventajado del maestro Jijé con quien trabajará en el álbum «Jerry Spring». Su pericia a la hora de retratar la escenografía y personajes del Salvaje Oeste, le permitieron iniciar uno de sus proyectos más recordados: la serie que, guionizada por Jean-Michel Charlier, lleva por título «El Teniente Blueberry».

En un intento por buscar aires nuevos, abandona los polvorientos escenarios del desierto norteamericano y se convierte en un infatigable lector de ciencia ficción. Fruto de ello es el cambio radical que se observa en su estilo e intenciones y será en la revista «Hara-Kiri» cuando aparece, por primera vez, su seudónimo más recordado, Moebius.

Su lápiz dotó de vida obras tan señaladas como «Arzach» y «The Long Tomorrow» -guionizada por Dan O´Bannon-. Un buen día, allá por el 75 y figurando en la nómina de los Humanoides Asociados de la referencial «Metal Hurlant», cae en sus manos un libro del polifacético chileno Carlos Castaneda y se embarca en la creación de la que será una de sus obras maestras, «El garage hermético». En ella el Mayor Grubert viaja en compañía de un singular grupo de personajes a través de su mundo, un asteroide perdido en el espacio cuyo interior alberga tres niveles completos repletos de ciudades, desiertos y todo tipo de paraísos artificiales. Fiel a sus primeras intenciones, Moebius se construyó un mundo a su medida en el cual cobró forma todo aquello que topó en sus viajes alucinógenos. A partir de ayer, el mayor Grubert cuenta con un nuevo acompañante en sus odiseas siderales infinitas.

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