CRíTICA cine
«Dictado» El monstruo no asusta
Mikel INSAUSTI
Antonio Chavarrías le pasa lo mismo que a Gerardo Herrero, ya que ambos son productores que tienen acceso a materiales literarios interesantes, y de vez en cuando se reservan alguno para dirigir personalmente la correspondiente adaptación. Por desgracia, también coinciden en el escaso nervio narrativo que imprimen a sus realizaciones, y así Chavarrías malogra ahora un argumento de Sergi Belbel, que en principio debía haber sido llevado a la pantalla por el propio dramaturgo catalán. Quiere subirse al carro de las creaciones fantásticas recientes de Balagueró, Plaza, Bayona, Collet-Serra, Morales y compañía, pero se queda muy por debajo de la media alcanzada por esa corriente que ha conseguido una merecida repercusión internacional. En la Berlinale debieron de pensarse que podía encajar en ella, y a la vista está que se equivocaron. Además, el tema del mal como enfermedad familiar hereditaria acaba de ser expuesto con mayor brillantez por el canario Juan Carlos Fresnadillo en “Intruders”.
Chavarrías trabaja sobre la idea de que el mal está en todo ser humano, aunque no se manifieste en cada uno de nosotros. Para activar el cáncer que permanece oculto sólo hace falta un detonante, alguna conexión con el origen de ese tumor maligno. Es una niña, hija del compañero de juegos infantiles del protagonista, la que trae a su vida un trágico suceso de su pasado común que creía enterrado en la niñez junto a otras travesuras olvidadas. Sin embargo, la pequeña saca el monstruo que hay en el interior de este maestro de escuela, aparentemente bondadoso. Juan Diego Botto se ve incapaz de asumir la transformación, debido a que el proceso no resulta creíble sin que haya una luna llena u otro recurso fantástico para justificar el radical cambio que se obra en su persona. En “Silencio en la nieve” le tocó ser víctima de la obsesiva oración infantil “Mira que te mira Dios…”, y en “Dictado” lo es de la no menos machacona canción para saltar a la comba “Tengo una paloma, punto y coma…”.
