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Belén MARTÍNEZ Analista social

Maternidad contestada

 

El ministro de Justicia español propone una reforma de la ley del aborto dirigida «a aumentar la protección del derecho por excelencia de la mujer: el de la maternidad». Y no vacila al vincular «derecho y dignidad de la mujer» con «uno de sus valores fundamentales, que es el derecho a la maternidad». Ruiz Gallardón culmina su gesta dialéctica con una alusión a la «violencia de género estructural contra la mujer por el mero hecho del embarazo». Solo le restaba gritar aquello de ¡Santiago y cierra España!

La historia de la emancipación de las mujeres es la historia de un combate sin tregua contra el oscurantismo y la misoginia. La derecha carpetovetónica recupera el discurso violento sobre la interrupción voluntaria del embarazo, como algo contra natura, basado en la reprobación y la culpabilización social. Sin embargo, el aborto es un producto del sistema de género heteronormativo, una consecuencia de la asignación principal de la maternidad a las mujeres. Conviene recordar que es ese sistema el que produce abortos y, a la vez, los condena. El derecho al aborto libre (y gratuito) y a la maternidad libremente escogida supone una transgresión del determinismo biológico y de una identidad femenina basada en la maternidad. Hemos logrado que se disocien sexualidad, placer y reproducción; que se acepte una sexualidad no conyugal y que se admita una sexualidad al margen de la heterosexualidad obligatoria. Que no nos lo arrebaten.

Como ya nos previno Virginia Woolf: «La historia de la oposición de los hombres a la emancipación de las mujeres es quizá más interesante que la historia misma de esa emancipación».

 
 
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