Ocupación de Afganistán
Los talibanes juran venganza y Kabul pide juzgar a los autores de la masacre
Los talibanes prometen vengar la muerte de dieciséis civiles, incluidos mujeres y niños, en la provincia de Kandahar, mientras el Parlamento asegura que los afganos «han perdido la paciencia» ante las actuaciones arbitrarias de las fuerzas de ocupación y reclama el procesamiento «urgente y público» en Afganistán del autor de la masacre. Los líderes tribales llaman a la calma antes de que estalle una nueva ola de violencia.
GARA | KABUL
Los talibanes afganos prometieron ayer vengar a cada una de las 16 víctimas de la masacre cometida el domingo por uno o varios -según testigos presenciales- soldados de EEUU en el distrito de Panjwayi, en la inestable provincia de Kandahar. Esta matanza amenaza con avivar aún más el sentimiento antiestadounidense y antioccidental que las tropas de ocupación se han ganado a pulso en el país centroasiático, y que se encuentra en su punto más álgido tras la reciente quema «por error», por parte de militares de EEUU destinados en la base Bagran, de dos ejemplares del Corán. Aquella profanación del libro sagrado musulmán desató fuertes protestas que se saldaron con una treintena de civiles muertos por la represión y seis soldados de EEUU fallecidos a manos de militares afganos.
«Apoyamos a las víctimas de esta acción salvaje, y garantizamos a sus herederos que nos vengaremos de estos invasores y asesinos y castigaremos sus acciones bárbaras», señalaron los talibanes en un comunicado colgado en su página web.
Por su parte, los líderes tribales de la zona pidieron calma ante el despliegue de fuerzas militares y policiales afganas, pero dijeron que llamarían a protestar si Washington no castiga a los culpables.
Según fuentes afganas y occidentales, el domingo, antes del amanecer, un soldado estadounidense de la ISAF -un sargento de 38 años con experiencia en Irak que llegó a Afganistán en diciembre- salió, fuertemente armado, de su base en Panjwayi e inició una incursión en algunas viviendas de los pueblos de alrededor disparando a sus habitantes. Tras matar a dieciséis personas, nueve de ellas mujeres y tres niños, y quemar sus cuerpos, volvió a la base militar, donde permanece detenido, sin que la misión de la OTAN haya dado explicaciones sobre los motivos de su acción. Testigos presenciales aseguraron que fueron varios los atacantes.
Fuentes militares extranjeras en Afganistán indicaron a Efe que el soldado podría haber actuado bajo los efectos de una crisis nervios y que había una investigación en marcha.
«Si los autores de la masacre tenían un problema mental, eso supone una transgresión moral del Ejército de EEUU, porque está armando a lunáticos que disparan contra los afganos indefensos sin pensárselo dos veces», agregaron los talibanes en su comunicado.
Abdul Khaliq, habitante de una de las localidades atacadas, señaló a AFP que la insurgencia talibán envió a algunos de sus hombres a las mezquitas para pedir a los asistentes a los funerales que se levantaran contra los estadounidenses.
«Urgente y público»
Tras la matanza, los diputados afganos decidieron no reunirse ayer en señal de protesta y señalaron que «los afganos han perdido la paciencia a causa de las acciones arbitrarias de las fuerzas extranjeras». En una nota de prensa pidieron el procesamiento, «urgente y público» en Afganistán, de los responsables de la matanza, que calificaron de «brutal e inhumana». de sean puestos a disposición de la Justicia y sometidos a «duras penas». «Eso sería una lección para todos aquellos que viertan sangre afgana», añadieron.
El diputado por Kandahar Hamidzai Lalai exigió ayer la dimisión del presidente del país, Hamid Karzai, por su incapacidad para garantizar la seguridad y rechazó la versión oficial de Washington, que atribuyó la matanza a un soldado «mentalmente inestable», ya que este se habría alejado cinco kilómetros de su base y regresó a ella tras matar a 16 civiles y quemar los cuerpos para ocultar pruebas.
Otro diputado por esta provincia, Abdul Rahim Ayobi, también desmintió la versión oficial de un solo atacante al afirmar que la masacre fue cometida por «numerosos soldados americanos», según testimonios recabados en los lugares atacados.
En ese sentido, un líder tribal de la zona, Ahmad Shah, avanzó la teoría de una venganza organizada por los estadounidenses. «Hace unos días, un convoy estadounidense fue alcanzado por una bomba en uno de estos pueblos y los americanos les dijeron a sus habitantes que si no decían lo que querían, se tomarían la revancha», explicó.
La cadena estadounidense CNN informó ayer que el supuesto autor de la matanza pertenece a a la Base Conjunta Lewis-McChord, de donde también procedían cuatro soldados condenados por matar a civiles afganos,. Esa base es una unidad militar situada a las afueras de Seattle, que los medios especializados en defensa califican como la «más problemática del servicio militar» del país.
Karzai reaccionó de forma inmediata el domingo, asegurando que se trataba de un «asesinato deliberado e imperdonable» y pidiendo explicaciones a Washington, y su homólogo de EEUU, Barack Obama, se apresuró a enviar sus condolencias y decir que sus responsables «rendirán cuentas» por la masacre. Algo que harán ante la Justicia militar estadounidense y en ningún caso en Afganistán, como aclaró, por si había dudas, el Pentágono, lo que recuerda lo sucedido con la matanza de noviembre de 2005 de Haditha, en Irak, donde soldados de EEUU masacraron a 24 civiles iraquíes para vengar la muerte de un compañero. Siete militares fueron absueltos, y el octavo condenado a 90 días de prisión que no cumplió.
La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, calificó de «inexplicable» lo ocurrido y prometió justicia, mientras que el Pentágono dijo que no identificará al autor (o autores) hasta que no se presenten cargos. La Casa Blanca subrayó, una vez más, que lo sucedido no hará variar su estrategia en el país ocupado.
Esta masacre puede complicar aún más las frágiles relaciones entre Kabul y Washington, que tratan de llegar a un acuerdo estratégico para establecer los términos de la presencia estadounidense en Afganistán tras la retirada de las fuerzas extranjeras en 2014, que incluiría el posible establecimiento de bases permanentes, un tema sensible en un país históricamente alérgico a cualquier presencia militar extranjera prolongada.
EEUU siempre tiene cuidado de firmar acuerdos en los que se establezca que los posibles delitos cometidos por sus soldados desplegados en el país en cuestión serán juzgados por la Justicia militar estadounidense.
De hecho, Washington ya falló en el intento de lograr un acuerdo similar en Irak y decidió no mantener a sus tropas para entrenar al Ejército iraquí y contrarrestar la influencia de Irak , al no conseguir de Bagdad la garantía de inmunidad judicial para sus soldados.
No vale la pena
En un momento en el que las relaciones entre Kabul y Washington son especialmente frágiles, el 60% de los estadounidenses cree que la guerra de Afganistán no vale la pena y casi el mismo porcentaje se muestra favorable a una retirada prematura de las tropas de EEUU, según una encuesta realizada para la cadena de televisión ABC News y para el diario «The Washington Post».
La encuesta revela que el número de escépticos casi dobla al 35% que considera que el esfuerzo de la última década ha justificado el gasto y la pérdida de vidas, y un 30% estima que la mayoría de afganos aprueba la estrategia de EEUU.
El 54% apoya la retirada de las tropas estadounidenses aunque el Ejército afgano no esté listo para asumir el control.
La canciller alemana, Angela Merkel, expresó ayer ciertas dudas de que las tropas de la OTAN puedan completar su retirada de Afganistán, como está previsto, para finales de 2014, aunque luego confirmó que será así. Durante una visita sorpresa al contingente germano desplegado en este país, Merkel instó al Gobierno afgano a promover el proceso de reconciliación con los insurgentes talibanes, subrayando que queda mucho por hacer. «Por eso, no puedo decir que lo conseguiremos para 2013-2014», aseveró, aunque aclaró que «la voluntad está ahí, queremos conseguirlo y trabajaremos en ello». Sostuvo que «estamos ya en la fase de cesión de responsabilidades». GARA
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, expresó su «consternación» por el «trágico tiroteo», pero no cuestionó la estrategia de las tropas de ocupación y quiso dejar claro que siguen «firmemente comprometidas» con la misión, que debe acabar a finales de 2014.