Ocupación de Afganistán
Del hecho «aislado de un loco» a la estrategia para minimizar una derrota
Dabid LAZKANOITURBURU
Leyendo los relatos sobre la última matanza de civiles en Afganistán, uno ya no sabe si sorprenderse más por el cinismo de la versión oficial o por la ingenuidad de los que reproducen a pies juntillas, haciéndose eco acríticamente de la «tesis» de que estaríamos realmente ante un acto aislado y obra de un único soldado demente.
¿Realmente se cree alguien que un soldado estadounidense, por muy sargento que sea y muy loco o ebrio que esté, sería capaz de aventurarse solo fuera de su base y adentrarse en la oscuridad de una aldea de la provincia talibán de Kandahar para disparar a diestro y siniestro a los vecinos en sus casas? Pues esa es la versión oficial. Un atentado en toda regla contra el sentido común.
Testigos locales aseguran que fueron varios los soldados que participaron en la matanza. Versión más creíble y que explica el hecho de que sus autores hubieran incinerado algunos cadáveres para intentar ocultar su acción o introducir confusión.
Resulta sencillo situar este sangriento suceso en el marco de la humillación del todopoderoso Ejército estadounidense por su cada vez más evidente derrota. Humillación a la que se suma la impotencia que nace de la sensación, cierta, de que no hay lugar seguro en todo el país y de que tras cada afgano, independientemente de su sexo o edad, se esconde un insurgente talibán.
Similares o incluso peores matanzas fueron protagonizadas por los marines en Vietnam ( My-Lai) o, más cerca en el tiempo, en Irak (Haditha). Y en todas y cada una de ellas la explicación ha sido que estaríamos ante hechos aislados explicables por factores poco más que sicotraumáticos.
Sabido es que los estados acostumbran a justificar su violencia -en el interior o fuera de sus fronteras- por actitudes «aisladas» de sus hombres armados o por «errores». De estos últimos saben, desgraciadamente, mucho los afganos.
Pero la secuencia desde comienzos de año apunta a algo más. En enero se filtraron imágenes de soldados orinando sobre cadáveres de supuestos talibanes. En febrero ardían varios ejemplares del Corán en la base de Bagram. En marzo esto... Hay quien está jugando con fuego y con los nervios de la población afgana. ¿Con qué objetivo? Acaso para hacer descarrilar las incipientes negociaciones con los talibanes, quizás para terminar de desacreditar a un Gobierno local, el de Karzai, que se permite flirtear con Pakistán y con Irán. Dime quién y te diré por qué y para qué.