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Análisis | Debate sobre la gestión de residuos

Lecciones de una vecina de Bruselas muy poco diplomática

Si alguien deja una bolsa de basura en mitad de la acera, ¿la responsabilidad es del ayuntamiento? Evidentemente, no... a no ser que usted considere que para oponerse al sistema puerta a puerta (PaP) sirve cualquier argumento, por muy peregrino que este sea.

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Txisko FERNÁNDEZ

Izaskun Bilbao, además de europarlamentaria vasca por el PNV, se define como «vecina de Bruselas». Combinando ambas características, siempre desde el punto de vista político, se puede afirmar que su fuerte no es la diplomacia. Al menos así se desprende del artículo que publicó el pasado lunes en su blog (www.izaskunbilbao.eu) bajo el escueto titular «Bildu y PaP».

Que una persona que reside en Bruselas porque esta ciudad es la capital política de la UE se dedique a vilipendiar su sistema de gestión de los residuos urbanos no dice mucho a favor de su función de europarlamentaria. De entrada, en su artículo Bilbao pinta este panorama de la ciudad flamenca: «Yo tengo, como vecina de Bruselas, una experiencia francamente mala con el sistema PaP de recogida de basuras. Como simple usuario [sic] te enfrentas a la obligación de sacar bolsas de basura de distintos colores en días y horas determinados. Si no cumples el calendario sencillamente te quedas con la basura en casa hasta el siguiente turno. En mi caso las basuras orgánicas, que se bajan a la calle en una bolsa blanca, se recogen cada dos días entre 18 y 20 horas. Las bolsas amarillas con el papel, los jueves a la misma hora y las azules, dedicadas a las latas, los briks y ese tipo de envases, los martes entre 17 y 19. [...] con mis horarios resulta literalmente imposible adaptarse a ese sistema de recogida porque rarísima vez llego a casa antes de las nueve de la noche. Por ello hay veces que he tenido que ir específicamente de la oficina a casa para poder aligerar el vertedero que se me había montado en casa y regresar después a la oficina. En ese desplazamiento fácilmente pierdes tres cuartos de hora».

Y sigue su particular via cru- cis: «Como usuario sorprende además la de veces que encuentras las calles de la capital europea llenas de bolsas de basura. Los horarios de recogida generan además tráfico de camiones grandes haciendo frecuentes paradas a horas en las que el tráfico urbano es bastante intenso. En determinadas zonas, como el centro de la ciudad, si vas en coche ya puedes armarte de paciencia cuando ves los prioritarios de un camión de la basura porque el atasco y las incomodidades están asegurados».

La primera lección a extraer de esta peculiar descripción de Bruselas es que el sistema no es una maléfica invención de Bildu o de la izquierda abertzale. ¡Hasta la capital de la Unión Europea ha puesto en marcha el puerta a puerta! Pero Bilbao no se queda en ese «localismo», ya que a continuación entra a valorar «las últimas cifras que ha publicado sobre el tema la oficina europea de estadística, Eurostat». Con ellas sobre la mesa, comenta que «el país líder en reciclaje es Alemania, que llega a reprocesar el 48% de sus residuos, seguida por Bélgica y Suecia con un 36%. En consecuencia los países líderes en Europa no alcanzan ni de lejos las cifras que Bildu defiende que va a conseguir con el `puerta a puerta'». Es decir, el dato de que Bélgica sea el estado que más recicla tras Alemania se convierte en arma arrojadiza contra Bildu.

Segunda: en Europa hay quien compagina el puerta a puerta y la incineración. Partiendo de una obviedad como esta: «tampoco es cierto que en Europa no se queme basura» -¿alguien ha afirmado lo contrario?-, la europarlamentaria jeltzale comenta que «Suecia, paraíso socialdemócrata y modelo en la gestión del medio ambiente, es el país europeo que más utiliza la incineración. Nada menos que tratan así el 49% de sus residuos, seguidos por Dinamarca, (48%) Holanda (9%), Luxemburgo (36%) Bélgica (35%), seguidos por Alemania y Francia (34%)».

Aunque Bilbao lo pase por alto, de esa exposición de datos se deduce que en Bélgica es compatible el puerta a puerta con la incineración. Es decir, que el atez ate puede ser la solución a la incineración si va acompañado de otras medidas complementarias en el ciclo integral de la gestión de residuos (reciclaje, compostaje, vertederos...), pero que per se es un sistema de recogida de residuos urbanos que ni siquiera descartan quienes defienden la incineración.

Otra más: caer en la frivolidad es perder muchos puntos en la dialéctica. Izaskun Bilbao ironiza sobre «la sensibilidad medioambientalista que exhibe hoy Bildu» al ligar este tema con «la repetida, muy tóxica y gravosa quema de contenedores» en acciones de kale borroka. Afirma que, al arder, esos recipientes «desprenden furanos y dioxinas». Ahí cae en su propia trampa, porque acaba asumiendo que el principal problema de la incineración es que produce dioxinas y que, por tanto, no es verdad que «incinerar quiere decir quemar basura en condiciones para producir energía y evitar la contaminación que pueda generarse».

Pese a todo, comparto la conclusión de Izaskun Bilbao: «Mejor darle una vuelta, escuchar un poco más a los demás, ver lo que ocurre en otros lugares y tratar de encontrar un acuerdo con todos». Lo que no queda claro es de qué le está sirviendo a la eurodiputada darse tantas vueltas por Bruselas.

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