Raimundo Fitero
Kota Koti
La búsqueda de la gloria universal, lleva a las personas a mimetizarse con personajes, objetos, iconos. En las últimas semanas una fotografía de una joven de dieciséis años que vive en La Florida americana, de nombre Dakota Rose a la que todos han rebautizado como la Barbie humana por su parecido con la muñeca de las muñecas ha ocupado los números uno en todas las redes sociales con el nombre de artista: Kota Koti. La fotografía impresiona. La cuestión es que ha saltado a la fama y como siempre se abre una polémica: ¿está retocada, usa lentillas para dilatar las pupilas, ha sido intervenida para lograr esa semejanza casi mágica con la muñeca? ¿Abre una nueva moda de intervención con maquillaje o con los elementos que sean para dar vida a personajes inanimados? ¿Aparecerán niños, niñas, jóvenes o adultos intervenidos para ser dobles de famosos o de iconos populares?
Todo viene redondo con el fin de crear ilusiones ópticas, de cambiar con photoshop, manipulación ordinaria de la realidad consuetudinaria. El vídeo no emitido en el parlamento del ministro de Interior, es una de esa manifestaciones de estulticia política, de arrogarse la verdad desde la más absoluta de las mentiras, que no avanza nada nuevo. Las imágenes de la policía actuando con violencia desenfrenada y de impulso político contra manifestantes en Valencia, no se puede justificar con nada. Menos como una reacción a «los insultos». Si no saben aguantar los insultos generalistas, que se dediquen a floristas. Una barbaridad más. Una Kota Koti política y policial.
Aunque la imagen más paradójica de estos últimos días es la del suegro de Iñaki Urdangarin diciendo en una presentación ante estudiantes que le quita el sueño el paro juvenil y a renglón seguido quedarse dormido ante las cámaras que difundieron esa imagen tan repetida por todas las esquinas de las pantallas multifunciones. El paro le quita tanto el sueño, que se duerme en su actividad supuestamente laboral. Aquí no caben retoques, ni montajes. Se durmió como tantas veces hace. ¿Estaba dormido o durmiendo? Los demás estamos jodidos, cuando desearíamos estar jodiendo. Si sigo así acabaré pareciéndome a Homer Simpson.