ENSAYO
Economía solidaria
Iñaki URDANIBIA
No me corto un pelo en decir que la colección de la editorial barcelonesa que lleva por título el que encabeza este comentario es absolutamente necesaria. Lo es ya que nos introduce en temas que parecen ser, habitualmente, monopolio de especialistas y lo hace con una sencillez encomiable, de modo que sitúa al alcance de todo dios asuntos que la jerga especializada convierte en exclusiva de unos pocos; «la economía explicada a los niños», a los legos entre los que desde luego yo soy ejemplo paradigmático.
Esta es una de las virtudes de este libro concreto que traigo a esta página, a la que ha de sumarse otra que, desde luego, no es moco de pavo: desvelar que las leyes de la economía no son leyes de la naturaleza y que frente a quienes venden la aplicación de ciertas medidas como si de leyes inevitables se tratasen la verdad es que tales ajustes -pues generalmente de eso se trata- suponen beneficios para los dueños del cotarro y correlativas pérdidas para quienes nada poseen en el terreno del capital y/o de las finanzas; vamos que las clases, y sus intereses, existen a pesar de que el decirlo parezca a veces como fuera de lugar... cuando el barco se hunde (¿de quién es ese famoso barco?).
La autora entrega unas claras lecciones que sirven como armas para enfrentarse al yugo al que se nos somete y para ello pone al desnudo los mecanismos que justifican tal sujeción que bajo la tutela, ineludible, de la «ciencia económica» se aplica a los indefensos ciudadanos. La alegría es doble: una, el arma puesta al alcance, y la otra, que quien nos la ofrezca sea una especialista que en vez de guardarse el saber para ella, y sus afines corporativos, da muestras de generosidad.
El libro está encaminado a abrir las puertas a una organización económica que esté al servicio de los ciudadanos, al tiempo que supone un llamamiento a que estos resistan en las batallas parciales que son esenciales para adueñarse de los espacios de libertad, incluida la económica, por parte de banqueros y otras yerbas, presionando a los poderes públicos para que se frenen los rescates bancarios y los recortes públicos, y reclamando una democracia más participativa que haga que el pueblo detente el poder.
Tras el recorrido el lector sale informado, reafirmado en algunos casos, de que la neutralidad no existe y que ese arcangélico «bien común» no es más que la máscara que oculta unos intereses económicos de clase bien precisos y delimitables. Obra que pretende evitar que cunda el pánico, escrito bajo la bandera juliocortazariana: «Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo».