Urgell reivindica más autonomía de la «casa madre» Guggenheim
Con la comparecencia de la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y del director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, la ponencia parlamentaria que, desde hace dos años, analiza la trayectoria del museo bilbaino cerraba ayer sus sesiones. La fecha clave es 2014, cuando se renovará el convenio. Urgell adelantó ayer algunas de sus reivindicaciones.
A.E. | GASTEIZ
En 2014, después de veinte años de vigencia, expira el convenio con la fundación Solomon R. Guggenheim que permitió poner en marcha el museo bilbaino. Una fecha clave que ha provocado algunos movimientos políticos, sobre todo por las posturas enfrentadas del PSOE y el PNV. Contrarios a la ponencia parlamentaria que, impulsada por el partido del Gobierno, se creó en 2010 -tuvo lugar en pleno enfrentamiento entre el ejecutivo y la Diputación de Bizkaia sobre la ampliación del Guggenheim a Urdaibai-, sin embargo, los jeltzales han intentado recientemente dilatar la vida de la ponencia. Pero ayer, finalmente, se cerraba. El problema es que, con las elecciones a un año vista, las conclusiones de la ponencia pueden ser tenidas en cuenta... o no, por el partido que gobierne en 2014.
Por esta comisión han pasado consejeros y cargos políticos, artistas y gente de la cultura en general, casi todos ellos favorables al mantenimiento del convenio, aunque con muchos matices, casi todos relativos a la independencia frente a la «casa madre» de Nueva York. Unas opiniones con las que, por supuesto, no estaría de acuerdo Juan Ignacio Vidarte.
Arte vasco, más o menos
El director del Guggenheim bilbaino y también director general de estrategia global del grupo fue el primero en comparecer ayer y en declaraciones a la prensa a su salida -las sesiones se realizan a puerta cerrada- destacó el papel que la pinacoteca «ha jugado como catalizador del proceso de transformación que se ha vivido en Bilbao y en el conjunto del País Vasco», así como en la proyección de su imagen exterior. No quiso hablar sobre la renovación del acuerdo -dijo que no había hecho ninguna propuesta concreta, ente otras cosas porque hay todavía mucho margen para diseñar el futuro-, pero enfatizó que se ha prestado una «atención preferente al arte vasco, sin ser ésta su principal función». Una de cada cuatro obras de la colección permanente son de artistas vascos, según dijo.
La consejera de Cultura, Blanca Urgell, fue más crítica. En su opinión, el nuevo acuerdo debería permitir al centro vasco «ganar autonomía» respecto a la red. Para ello, propuso que el museo bilbaino refuerce sus producciones propias como fórmula para difundir el arte vasco y hacer así su propia aportación a la estructura del Guggenheim -Bilbo, dijo, es la «estrella» de la «constelación Guggenheim», y, en su opinión, avisó, ambas partes han salido reforzadas con esta colaboración-.
Otra de las prioridades de cara a la renovación del convenio sería, para Urgell, reorientar «a mirada hacia dentro» y reforzar sus relaciones con los agentes artísticos y las universidades locales. En opinión de la consejera, este es un campo en el que queda «recorrido por hacer». En este sentido, consideró que se puede «avanzar» en la búsqueda de una mayor «visibilidad»; solo hace falta «voluntad».
La matriz es el Solomon Guggenheim Museum de Nueva York, y la red se extiende por Bilbo, Venecia -la colección Peggy Guggenheim-, Berlín -Deustche Guggenheim- y el proyecto del Guggenheim Abu Dhabi. Este último está previsto que se inaugure en 2017, después de los retrasos sufridos por falta de financiación. Diseñado por Frank Gehry forma parte del hiperexagerado proyecto de la «Isla de la Felicidad» que se construye en el Golfo Pérsico y que tendrá un campus de la Universidad de Nueva York, museos -también otra «antena» del del Louvre- y un centro de artes escénicas diseñados por arquitectos renombrados, así como campos de golf, hoteles y residencias de lujo. Ayer, la ONG Human Rights Watch denunciaba en un informe los abusos sufridos por los trabajadores inmigrantes del sur de Asia que prestan sus servicios en la isla. Entre otros -además de sus condiciones de vida insalubres-, que pagan un «impuesto» de 900 y 3.350 dólares (680 y 2.533 euros) en sus países de origen a los agentes que les ofrecen empleo.
El martes pasado, por otra parte, la BMW y el Guggenheim neoyorquino anunciaban la suspensión de un proyecto de diseño urbano -el Laboratorio BMW Guggenheim- en el barrio berlinés de Kreuzberg por, dijeron, las amenazas de los vecinos. Este barrio de izquierda teme a la especulación inmobiliaria que provocará el proyecto. A.E.