Raimundo Fitero
Risas y votos
Es lógico que tras los resultados electorales habidos en Andalucía y Asturias, pero especialmente en la primera, algunos tertulianos, políticos, periodistas y ciudadanos con opinión, se estén partiendo el pecho de risa. Bueno, unos de risa y otros de rabia. De risa los que se consideran salvados por la campana, los que han pasado unos meses de angustias viendo como todas, ojo al dato, todas las encuestas, de la tendencia política que fueran, daban al «campeón»» Arenas, logrando la mayoría absoluta. El descalabro del PSOE, la victoria histórica, el mapa de las comunidades autónomas todo de azul, porque la CAV es de un azul cobrizo, como mucho. Pues, por lo visto tras los resultados de la gran encuesta con las urnas, todas han fallado. Y estrepitosamente en algunos casos.
Es un buen momento para preguntarse una vez más sobre la fiabilidad de las encuestas, de la manera en la que se realizan, por las mentiras que los encuestados supuestamente dicen, o las que la propia encuesta induce porque parece que se parte de una idea previa: debe dar el resultado que convenga al que la paga. Y hasta se utilizan esas encuestas como parte de la campaña electoral. En este caso y en todos. Pero en estas circunstancias y coyuntura político-económica, con una huelga convocada, con unos presupuestos del estado secuestrados como parte de la propia campaña electoral y que se conocerán en pocos días para confirmar la escalada de radicalismo neoliberal de Rajoy y sus caimanes, estos resultados electorales abren el debate de nuevo sobre la opinión pública, la publicada, el voto, la abstención y el propio sistema electoral que tiene agujeros profundos en cuanto a calidad democrática.
Ahora es cuando la brigada de la TDT Party sacará todas sus contradicciones. Han apostado a caballo perdedor. Peligran por inútiles y no dar mayorías absolutas. Y una lectura subyacente: la corrupción no se sabe si da o quita votos. La abstención ha ganado, como siempre, pero no cuenta. La risa va por barrios. En Asturias nadie se atreve a escanciar la sidra porque faltan unos votos que pueden variar la mayoría. No le digas a mamá que trabajo de encuestador.