El Tribunal Supremo español no admitió el recurso planteado por Tasio Erkizia contra su condena a un año de prisión por «enaltecimiento del terrorismo» por su participación en el homenaje a José Miguel Beñarán, «Argala», celebrado en Arrigorriaga en 2008. La Sala de lo Penal del Alto Tribunal emitió ayer la sentencia, en la que se aprecia el voto discrepante del magistrado Joaquín Giménez, que considera que el militante abertzale se limitó a defender las «vías pacíficas y la acumulación de fuerzas». El auto provocó el rechazo de fuerzas políticas vascas como la izquierda abertzale o Aralar, que coincidieron en denunciar que actitudes de este tipo evidencian la «cerrazón del Estado».

«Ni en el escenario, ni en las palabras del recurrente existió una alabanza del terrorismo, ciertamente se homenajeaba a Argala en el aniversario de su asesinato y las palabras del orador «precisamente iban en el sentido de buscar vías pacíficas», considera el voto particular, que asegura que el caso es similar a la absolución de Marian Beitialarrangoitia, exalcaldesa de Hernani, cuando fue enjuiciada pedir un aplauso para Igor Portu y Mattin Sarasola.

El resto de magistrados no ha tomado en consideración las alegaciones de la defensa de Erkizia y mantienen la pena de un año de cárcel sosteniendo argumentos como que los dantzaris adoptaron una «postura genuflexa» frente al escenario.

La sentencia del Supremo considera que Argala no tenía otra actividad conocida que su militancia en ETA, pone en duda la relación que mantenía el acusado con la familia del militante muerto por el BVE y descarta que los vídeos fuesen manipulados tal y como señalaba la defensa, ejercida por Jone Goirizelaia.

«Sobre el comportamiento de Erkizia, en el acto no hay duda de que la intencionalidad del mismo no era otra que la loa y el reconocimiento a la persona de Argala», indica.

La condena a Tasio Erkizia provocó el rechazo en Euskal Herria. La izquierda abertzale la calificó de «sentencia contra las soluciones democráticas», mientras que Aralar, por su parte, la consideró un «mal síntoma» y la tildó de «delito ideológico».