Raimundo Fitero
Locura electoral
Cada día que pasa el espectáculo mediático montado en Toulouse, se confirma como una estrategia electoral de ese personaje históricamente insignificante, pero que está llevando a Francia hacia la destrucción de sus valores y que quiere volver a ser presidente, Nicolás Sarkozy, que no duda en utilizar todos los resortes del Estado para ponerlos a favor de su campaña, sin importarle con el dolor que está causando, el deterioro futuro de la convivencia y la manera en la que está agitando todos los avisperos.
La abogada de Mohamed Merah, presentado por televisión como un monstruo, asesinado vilmente por más de trescientos policías y cuerpos especiales de asalto, asegura que no salió disparando, que incluso tenía ciertas conexiones con aparatos del Estado, que pidió hablar, negociar, comunicarse con sus contactos y que no fue abatido por un tiro en la cabeza como nos mintieron sino por una jauría humana armada hasta los dientes que le acribillaron de manera sanguinaria, con un absoluto desprecio a la vida humana, y a los mínimos de respeto republicanos.
Un acto de violencia supino que fue el inicio de la campaña, como intuíamos, pero que ahora mismo se está implementando de tal manera que provoca oleadas de náuseas sartrianas, especialmente por lo que tienen de resucitar recuerdos muy vivos, de la actitud de jueces estrellas y ministros del interior con ínfulas presidenciales en cuanto a detener a todo aquel que fuera vasco y se moviera en un ámbito político no creyente del paraíso españolista.
Ahora con los musulmanes en Francia se están pasando. Es una barbaridad. Se detiene utilizando redes pelágicas. Se invoca a Al Qaeda y todo parece quedar justificado. No hay otro motivo que demostrar una mano dura, porque Sarkozy quiere seguir teniendo el poder suficiente para que Carla viva en palacio, y para ello necesita el voto de la extrema derecha. Es una campaña electoral sucia, enloquecida, destructiva. El todo vale. Probablemente ganará, pero a costa de dejar la República francesa convertida en una mueca de sí misma, sin grandeza, y con muchos más problemas sociales, económicos y políticos, por resolver.