«Al compararme con La Oreja de Van Gogh, me convertía en un blanco fácil»
Voz y guitarra acústica de el Arca de Noelia
Respaldada por tres músicos experimentados y con soltura técnica, Patricia Zalaya lidera un cuarteto con el pop como base y el rock por entorno. Posee una voz de amplio registro y con la flexibilidad suficiente como para intuir que este no es su primer proyecto y que cuenta, además, con una amplia cultura musical.
Pablo CABEZA | BILBO
A finales de los noventa, Miguel Bosé presentaba en TVE un programa titulado «7º de caballería». En uno de esos programas el invitado fue Skunk Anansie, quien tenía como vocalista a una impresionante mujer llamada Skin (Deborah Dyer), quien interpretaba el single «Secretly». Ese día y en ese momento Patricia lloró y su vida musical (la íntima) no volvió a ser lo que era. Por aquellos días, el grupo germano Guano Apes, entre el grunge y el metal, también tiñó los sentimientos que iban llegando al interior de la vocalista del barrio de Zurbaran en Bilbo. Patricia habla de sentimientos, pero su acervo musical va más allá de los dos ejemplos expuestos.
«Flores secas» (Baga Biga) fue el álbum de presentación de la banda. Un disco de pop melódico con las ventanas abiertas para que el rock las sacuda de vez en cuando. Patricia canta espléndida, con soltura y fluidez, y el grupo acompaña con solidez profesional.
¿Cómo aprende a cantar?
Fui obligada (imposición familiar) a estudiar solfeo «porque la niña canta muy bien y es muy teatrera». ¡Buf!, menuda pesadilla. No se me daba mal, pero solo aguanté tres años. No soportaba la pedantería que en aquellos tiempos rodeaba la enseñanza de la música, pero supongo que esa etapa de educación musical vino muy bien a mis oídos. Alguna vez he hecho el intento de ser constante y asistir a clases de canto pero me aburro, me entra una paranoia que no consigo controlar: que si no coloco bien la voz, que si no imposto, que si igual tengo nódulos o quistes... Quita quita, canto por emoción.
¿Y el interés por la música?
La culpa la tuvo mi padre que pasó su juventud como vocalista/guitarrista de un grupo que actuaba en salas de fiestas de Bilbo, afición que tuvo que abandonar al tener a su familia. Recuerdo con nostalgia aquellas noches antes de ir a dormir mis hermanos y yo, con mi padre acompañado de su guitarra cantando aquellas canciones. Asumí con naturalidad que cantar era una forma más de expresarse, aunque él nunca me enseñó ni un acorde. No hacía demasiada vida familiar con nosotros, desde muy niños fuimos
muy independientes. Eso sí, nos transmitió el amor por la música y eso es algo que aún seguimos compartiendo, supongo que como parte del legado que nos dejó.
«Flores secas», la canción, porta un aire de blues-rock sureño,en oposición a la mayoría pop.
Sí, es cierto. Lynyrd Skynyrd, por ejemplo, tenía un punto muy fiestero; mi hermano y yo hacíamos una parodia de «Sweet home Alabama» (siempre he sido un poco payasa, para que me entiendas) Nos parecía un estilo de música muy divertido. Más adelante, cayó en mis manos la discografía de Black Crows, me acerqué de una manera más respetuosa hacia el blues-rock sureño, y con «Flores secas» surgió esa fiesta sin dejar de hacer la música que nos gusta. ¿El blues? Durante varios años no me perdí un festival de blues de Getxo, no seguía a nadie en concreto, pero el ambiente en sí era especial.
Y «Atao» es muy Pretenders.
«Atao» surgió de una coña total. Me encanta que la nombres. Es una historia absurdamente romántica con un punto hortera que me encanta porque interpretarla es muy divertido para mí. No eres el primero que apunta lo de Pretenders, así que voy a tener que daros la razón. Puede que asome la versión más freaky de The Pretenders, en sus maravillosos ochenta. Además, Bernardo es muy como yo, en el sentido de que es un payaso total en directo y es un acierto que sea él el que empiece el tema.
¿Qué ocurre en su interior si le dicen que van en el mismo sector que La Oreja de Van Gogh?
¿Te soy sincera? Antes me daba mucha rabia. Mis amigos se reían porque en la comparación me convertía en un blanco fácil, picaba de todas todas: pero es que entonces era una cría (risas). He visto en tres ocasiones a La Oreja de Van Gogh, justo cuando empezaban, y los respeto profundamente. Hacen lo que les gusta, viven de lo que les gusta, son unos privilegiados y me alegro por ellos; pero cuando alguien, hoy mismo, me dice que le suena a LODV (por ponerte este grupo como ejemplo) pienso que quizá la cultura musical de esa persona esté algo limitada y que es su forma de decirnos que le gustamos o no. Si aborrece a LODV pensaré que nos aborrece, y si la lleva en el coche y la escucha a todas horas, creeré que El Arca de Noelia le gusta también. Genial (risas). A la gente no hay que entenderla por lo que dice, si no por lo que quiere decir. Hace tiempo que no sale un grupo con la misma repercusión y me consideraría una auténtica privilegiada si El Arca de Noelia la tuviera.
¿Qué pinceladas puede esbozar de la banda?
Javi Rico es el nexo del grupo, el que siempre vela por los intereses de los noelios. Es el alma técnica, el que ve más allá. Cuando tú estás llegando, él ya ha vuelto. Ibai Mingo representa la frescura del sonido rock en el grupo, el entusiasmo acelerado, todo lo quiere para ayer (risas). Le encanta todo el tema de la imagen del grupo, fotografía, cartelería, logos, es el más visual. Te cae bien en el minuto uno de conocerle. Bernardo Vázquez es recto y serio en el trabajo cuando hay que serlo, pero se convierte en un verdadero showman cuando se siente cómodo porque según él, tiene muy claro que cada vez que se vaya a subir a un escenario es para pasarselo bien sí o sí.