CARGA MORTAL EN BILBO
Europa instó a Lakua a dejar de disparar pelotas
La Comisión Europea prevé prohibir la utilización de pelotas de goma este mismo año. Desgraciadamente, para Iñigo Cabacas será muy tarde. El Departamento de Interior admitió el año pasado haber recibido un primer «ruego» euro- peo para renunciar a este armamento, como ya habían hecho Gran Bretaña, Alemania, Noruega, Italia o Suiza. No hizo caso. Más bien al contrario.
Ramón SOLA
En junio pasado, el Departamento de Interior de Lakua confirmaba haber recibido un «ruego» de la Comisión Europea para que dejara de utilizar pelotas de goma. Unos proyectiles -en realidad de caucho- que no necesitan presentación en Euskal Herria, porque han formado el complemento dramático de miles de movilizaciones políticas y sociales en las últimas décadas. Aquel ruego era una especie de preaviso para su eliminación por decreto, que se prevé para finales de este 2012. Pero para Iñigo Cabacas, de 28 años, fallecido ayer, llegará tarde. También para Xuban Nafarrete, de 19, que ha pasado seis días en el hospital de Santiago de Gasteiz después de sufrir un derrame cerebral el día de la huelga general.
Lakua dijo tomar nota de la recomendación europea y compartirla. Sin embargo, ha hecho lo contrario: en las últimas semanas se han producido varias cargas a pelotazos en diferentes puntos, como si la Ertzaintza quisiera agotar sus stocks antes de que llegue el veto europeo definitivo.
Las pelotas de goma prácticamente solo se usan ya en el Estado español y en Portugal. En Euskal Herria, en realidad, el nombre de Iñigo Cabacas viene a cerrar una lista de víctimas casi interminable. En Catalunya, el tema ha entrado en la agenda política después de que desde 2009 cuatro personas hayan perdido un ojo a causa de otros tantos pelotazos, pese a lo cual el Parlament ha rechazado crear una comisión de investigación. Y en el caso vasco, el consejero de Interior de Lakua, Rodolfo Ares, tiene ahora pendiente una respuesta que va mucho más allá de estos dos casos recientes de Gasteiz y Bilbo: ¿Por qué la Ertzaintza continúa utilizando, y muy a menudo, pelotas de goma pese al emplazamiento europeo y pese a saber además que sus días están contados?
Hace unos meses, policías expertos en antidisturbios daban una pista de ello. Se declaraban reacios a la retirada de las pelotas de goma en un reportaje en ``El Mundo''. Argumentaban que «por su virulencia» estos proyectiles permiten crear «una franja de seguridad que evita en muchas ocasiones el cuerpo a cuerpo, que es el lance en el que más lesiones se producen».
A 720 kilómetros por hora
La realidad es que mientras en otros países europeos estos artefactos fueron desterrados hace tiempo, en Euskal Herria hasta los niños pequeños han tenido alguna en su mano y no son pocos quienes las coleccionan. Hablamos de auténticas balas de 54 milímetros de diámetro y 85 gramos de peso que alcanzan una velocidad de 200 metros por segundo (720 kilómetros a la hora). No solo es imposible verlas venir, sino que también los rebotes pueden causar -y de hecho causan- heridas, y más aún cuando, como suele ser norma en Euskal Herria, se disparan en cascos antiguos de las ciudades, entre paredes que forman espacios muy cerrados. Las lesiones habituales más graves son traumatismos craneales como el que ha costado la vida al joven de Bilbo, hemorragias y derrames cerebrales, pérdidas de visión, perforaciones pulmonares e intestinales y traumatismos en testículos.
Mucho antes que la Comisión Europea fueron diferentes instituciones médicas las que dieron la voz de alerta. Así, un estudio publicado en 1996 en la revista ``Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología'' por cinco doctores repasaba la evolución durante seis meses de tres pacientes que habían recibido impactos oculares de pelotas de goma. Explicaban que si bien las lesiones localizadas en el polo anterior del ojo remitían sin secuelas tras la fase inflamatoria oficial, en el polo posterior se evidenciaban «importantes secuelas funcionales permanentes». «Dado el mal pronóstico de este tipo de contusiones, hacemos hincapié en la peligrosidad de estas armas», concluían.
La revista médica británica ``The Lancet'' constató también que estas pelotas de goma «no deberían considerarse un método seguro». En este caso analizaron a 152 heridos por pelotazos en octubre de 2000 dentro del conflicto palestino-israelí, y con ello constataron que aunque teóricamente había una orden de disparar a más de 40 metros de distancia y solo a las extremidades inferiores, la mayor parte de los disparos se hizo a pocos metros y las lesiones se localizaban casi siempre en extremidades superiores, cabeza, cuello y cara.
Esta situación se reproduce en Euskal Herria y queda muy clara en el trágico caso de Iñigo Cabacas. También en Catalunya, donde el protocolo establecido para los Mossos d'Esquadra incluye condiciones tan estrictas en la teoría como incumplidas en la práctica: disparar a más de 50 metros, que la pelota golpee en el blanco luego de haber rebotado en tierra, que impacte solo en la parte inferior del cuerpo...
Todo ello hizo que la Comisión Europea tipificara estas pelotas como «letales» según la diferenciación que empezó a establecer en 2005, al hilo de los sucesos de los suburbios de París. La recomendación le llegó a la Ertzaintza en 2011. El Departamento de Interior anunció incluso que las sustituiría por unos lanzadores que ya usan los Mossos, con mira telescópica y que disparan proyectiles más ligeros que provocan «inhibición muscular temporal». Nada más se sabe de ello, pero de momento sí hay una consecuencia irreversible: las tétricas pelotas de goma van a morir matando.
MAYO DE 1993
Txuma Olaberri, joven de Atarrabia, queda en coma y sufre secuelas cerebrales de por vida tras un pelotazo disparado por la Policía española en Iruñea. En aquellos años fueron constantes este tipo de casos en la capital navarra. Otro joven, Mikel Iribarren, estuvo al borde la muerte por un bote de humo; Europa ha condenado al Estado español por no investigarlo.
JULIO DE 1995
Rosa Zarra, de 58 años, muere ocho días después de recibir un pelotazo a bocajarro en el abdomen en una concentración ante la Paloma de Donostia. El entonces responsable de la Ertzaintza, Juan María Atutxa, intentó desvincular la agresión de la muerte aludiendo a problemas médicos anteriores de la mujer. El caso fue archivado en 1996.
agosto de 1997
Matteo Maione, joven de nacionalidad italiana, sufre un pelotazo de la Ertzaintza que le provoca pérdida del ojo derecho y fractura de la nariz y los huesos de la órbita de ese ojo. Estaba disfrutando de Aste Nagusia y fue herido en el Boulevard. El Gobierno de Lakua fue condenado a indemnizarle con 36.000 euros.
SETIEMBRE DE 2002
La manifestación del 14 de setiembre contra la ilegalización deriva en fuertes cargas de la Ertzaintza, tanquetas de agua incluidas, contra decenas de miles de personas en la calle Autonomía de Bilbo. José Miguel Conchouso pierde un ojo y Txuma Gómez de la Merced un testículo, por sendos pelotazos. Se condenó a Lakua a indemnizarles con 74.500 y 42.500 euros, respectivamente.
SETIEMBRE DE 2003
La Ertzaintza carga para impedir la tradicional manifestación por los presos del día de regatas, que esta vez coincide además con derbi futbolístico, por lo que Donostia está abarrotada. José Ramón Antolín, que se encontraba disfrutando el día con su mujer y su hijo, pierde un ojo por el impacto de una pelota.
AGOSTO DE 2006
Una nueva carga en Donostia obliga a ingresar a un turista austriaco de 66 años que se encontraba en una terraza y recibió un pelotazo en un ojo. Una mujer de 59 años padeció un traumatismo renal por el mismo motivo.
setiembre de 2007
El joven de Dima Jabal Bober sufre una fractura maxilar por un pelotazo, de nuevo por una carga de la Ertzaintza en el día de regatas. Además, posteriormente, y tras aparecer en los periódicos, sería detenido bajo la acusación de participar en los incidentes.
FEBRERO DE 2008
Enrike Erregerena, de 51 años y vecino de Ituren, sale malparado de otro pelotazo de la Ertzaintza, disparado ante el Palacio de Justicia de Donostia, donde se celebraba una concentración en denuncia de las torturas a Igor Portu y Mattin Sarasola. «Tengo la pelvis, el pene y los testículos completamente hinchados y con hematomas. Me dan unos latigazos tremendos», explica a GARA.
AGOSTO de 2009
La Ertzaintza arremete a pelotazos y porrazos en Donostia contra una concentración itinerante en la que participan familiares de presos, argumentando que algunos de ellos llevan fotos de los represaliados. Se producen varios heridos por pelotazos, y es hospitalizado un anciano de 85 años.