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Ainara Lertxundi Periodista

Lecciones no aprendidas

El 26 de abril se cumplirán 75 años del bombardeo de Gernika. Las imágenes y testimonios de los supervivientes hablan por sí mismas. Las bombas arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Meses después, los baserritarras seguían encontrando casi a diario partes de cuerpos desperdigadas por el campo y muchos continuaban indagando sobre si este o aquel pariente había logrado sobrevivir.

Este aniversario coincide con otro no tan lejano que resquebrajó las vidas de los habitantes de Bosnia. La guerra, de tres años y ocho meses de duración, acabó con la vida de más de 100.000 personas y provocó 2,2 millones de desplazados. Dejó también imágenes impactantes de civiles protegiéndose del asedio de los francotiradores, de fosas repletas de cadáveres y de refugiados sin rumbo.

75 y 20 años después, otros refugiados, esta vez sirios, emprenden la huida hacia un futuro incierto. Lo hacen con lo puesto o con las escasas pertenencias que pueden cargar sobre sus hombros, mientras, en sus brazos llevan a su mayor y más vulnerable tesoro, protegido por una maraña de mantas y con rostro asustadizo.

La llamada «crisis siria» ha cumplido ya un año, pero el fin de la violencia parece lejano aún. Mientras la comunidad internacional mueve sus fichas en este nuevo juego de intereses, los barracones instalados en los países fronterizos van llenándose de simples civiles que, rodeados de alambres de espino, esperan a que los aviones y fusiles enmudezcan.

Gernika y, antes, Durango sentaron un precedente trágico. Fueron un castigo colectivo repetido en estos 75 años, en los que, pese a las promesas vacías e inoperantes de «nunca más», los ataques aéreos y terrestres a áreas civiles se han convertido en la vía más recurrida en cualquier conflicto para atemorizar a la población y dejar en ella huellas imborrables.

Antes y ahora, las miradas perdidas, indefensas, impotentes y de angustia de miles de mujeres, niños, ancianos y hombres continúan reclamando respuestas y responsabilidades ante tanto horror.

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