Raimundo Fitero
Gandhi asesinado
Cuando no saben cómo solucionar la economía, cuando el ridículo alcanza los niveles más altos que los tacones de la prima de riesgo, lo único que les queda es enrocarse en su discurso sobre la seguridad ciudadana amenazada, es decir en mostrar de manera explícita que la calle va seguir siendo suya por siempre, y que van a impedir cualquier signo de actividad de protesta cívica de quienes no salgan, por ejemplo, para manifestarse de la mano de Rouco Varela y del obispo de Alcalá de Henares para pedir la abolición de la ley del aborto o para condenar los matrimonios de personas del mismo sexo, que, eso sí, va a estar dentro de la ley que están preparando. El ministro de la porra y la demagogia opusdeística, Jorge Fernández Díaz está colocado ahí para retorcer todos los visos de libertad existente en el código. De casta le viene al galgo, y sabe mucho de orden público porque su papá fue un destacado miembro de la policía municipal barcelonesa en la etapa franquista. Y claro, tiene añoranzas.
La verdad sea dicha, lo que este Fernández quiere imponer de acuerdo con el ultra Ruiz Gallardón y el visto bueno de don Tancredo Rajoy, ya está puesto en las calles de Euskal Herria desde hace meses. Aquí se sobrentiende y lo utilizamos de una manera quizás impropia llamándole estado de excepción perpetuo, pero lo que van a sacar de aplicación estatal es un auténtico retorno al pasado, una implementación de este regreso al franquismo social, político y policial, en el que hasta la resistencia pasiva, va a ser motivo de encarcelamiento, enjuiciamiento, como, nada menos, que atentado a la autoridad. Es decir, Gandhi asesinado por Rajoy y sus secuaces. Y tienen mayoría absoluta y cuatro años por delante para hacer todas las tropelías que les pase por sus rosarios.
Este ministro va a ser estrella rutilante. Va a hacer de centro a Mayor Oreja, porque su desviación hacia la derecha es patológica. Y los asuntos de mano dura forman parte de su propaganda y de su ideario, por lo que nos tememos lo peor en cuanto a los asuntos pendientes de resolver en el conflicto vasco. Lo peor de lo peor. Que Gandhi nos ilumine y nos mande toneladas de paciencia.