Los ingleses son los reyes del biopic político, seguidos de cerca por los italianos, ya que ambas cinematografías están acostumbradas a retratar a sus dirigentes con la misma inmediatez que lo hace la televisión con sus muñecos y grotescas parodias. La película de Stephen Frears «The Queen» consagró al actor inglés Michael Sheen en el papel de Tony Blair. En Italia fue Nanni Moretti el que expresó su rechazo a Berlusconi, dueño absoluto de los medios de comunicación, en «Il Caimano». En el Estado español algo así sigue siendo impensable, mientras que en el mercado francófono se han decidido por fin a romper esa barrera psicológica, trazando en la pantalla la caricatura del pequeño Nicolás.

El guionista Patrick Rotman reconoce haberse inspirado a la hora de hacer el retrato de Sarkozy en títulos como «Il Divo», de Paolo Sorrentino; «W.», de Oliver Stone o, cómo no, «The Queen». Pero hay una parte del público que lo quiere de golpe, y que se ha sentido decepcionada al comprobar que en «La conquête» no aparece la etapa de Monsieur le President ligada a Carla Bruni. Sin embargo, siempre es aconsejable empezar por el principio, contando cómo se produjo la llega al poder del actual mandatario.

Lo que cuenta el realizador Xavier Durringer es la paradoja de los dos frentes en los que se tuvo que mover de forma simultánea Nicolás Sarkozy durante las elecciones del año 2007. Por un lado, trataba de vencer a sus rivales de partido Jacques Chirac y Dominique de Villepin, mientras que por otro, lidiaba con el abandono de su mujer Cécilia.

Los intérpretes no tratan de imitar a los referentes reales. Destacaremos la composición que el veterano Bernard Le Coq hace de Jacques Chirac, en duelo permanente con Denis Podalydès como un Sarkozy, cuya verdadera talla corta sale a relucir en privado, al no poder reconquistar a la Cécilia encarnada con convicción por Florence Pernel.