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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Aplauso a la mano dura

El anuncio del ministro español de Interior, Jorge Fernández, de extender a internet la criminalización de las protestas en la calle ha sido acogida con con satisfacción en unos medios y no tanto en otros. Lo cierto es que lo que el jueves anunció Fernández no es nada nuevo en En Euskal Herria, por eso llama la atención que algunos ahora se muestren escandalizados.

La derechona, muy pedagógica, siempre aplaude el garrotazo; vamos, siempre que este no vaya contra el poder, claro está. Así, «La Razón», en uno de sus «puntazos» editoriales, titulaba: «Acierto de Fernández Díaz contra los violentos», y explicaba que «se considerará delito de pertenencia a organización criminal la convocatoria, a través de cualquier medio, incluso internet, de algaradas como las padecidas por Barcelona, entre otras ciudades, durante la pasada huelga general». Y los recortes y la situación extrema que padecen cada vez más ciudadanos, ¿cómo se castigarán? Después, el plumilla decía que «La delincuencia organizada adquiere múltiples caras». Y tanto, hasta la de consejo de ministros, que suelen estar compuestos por muchos caras. Y concluye: «Disfrazarse de antisistema y atacar a los ciudadanos o sus propiedades no puede quedar impune». Que se apliquen el cuento.

En el mismo diario, Iñaki Zaragüeta también mostraba su alegría por las intenciones del ministro de la porra: «A mí, como a todo ciudadano de bien, me parece un avance». Ya, a los «ciudadanos de bien» como Zaragüeta les preocupa que la «chusma» esté bien controlada y no moleste; es decir, que acepten con sumisión el pisoteo de sus derechos más elementales, y si quienes se encuentran en una situación cada vez más precaria protestan, al talego. Y vean qué concepto de desarrollo tiene el ex director de Comunicación de la Confederación Empresarial de Valencia: «Una muestra de país desarrollado el anuncio de ministro del Interior de incluir como `delito de integración en organización criminal' alterar el orden público y concertar concentraciones violentas por cualquier medio de comunicación como Internet». Concluía su pieza diciendo que «el ministro acierta al comparar esta delincuencia con la `kale borroka'». Y este instigador de la violencia institucional remataba su artículo con una cita de Gandhi: «No hay camino para la paz, la paz es el camino». Solo que la paz a la que se refería Gandhi está a años luz de la que defiende este vocero del privilegio.

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