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Lohitzune Txarola Gurrutxaga | Presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa

No llores por mí, Argentina

Mediante el derecho de libre determinación de los pueblos, Argentina con orgullo quiere disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales

El Gobierno Vasco y el Partido Nacionalista Vasco están preocupados por las consecuencias indirectas que la nacionalización de YPF tendrá en las empresas vascas radicadas en el país andino. No entiendo por qué asocian tan pronto Euskadi con España.

Lo vasco y lo español no son lo mismo, no tienen la misma esencia, ni los mismos objetivos. Los gobernantes argentinos siempre han tenido muy clara la diferencia de modelos, actuaciones y relaciones que han mantenido a lo largo de la historia con la diplomacia vasca y la española.

Y es que Euskadi lleva mucho tiempo siendo parte de la construcción del país argentino. No es casualidad que la diáspora vasca más numerosa y una de las más activas esté erradicada en este país austral.

Tampoco es el azar el que llevó al Gobierno Vasco de una época a plantearse la necesidad de abrir una delegación, o una «embajada no oficial» en Buenos Aires, y por supuesto que no cayeron del cielo las relaciones diplomáticas y empresariales de igual a igual que se han mantenido hasta hace tres años entre ambos ejecutivos.

Esa labor diplomática y política (porque no olvidemos que las decisiones económicas son en la base decisiones políticas) fue labrada con tesón por muchos vasco-argentinos, durante largo tiempo, de la mano del Gobierno Vasco y del Gobierno argentino. Aun hoy, ya sin tanto apoyo institucional por parte del Ejecutivo de Gasteiz, las más de 50 euskal etxeas del país de la plata siguen reivindicado su importante labor diplomática. Las delegaciones de ahora se han convertido en algo parecido a oficinas para la ayuda al desarrollo y promoción de la cultura y el turismo, dejando el trabajo político y diplomático a las embajadas españolas. Otra sería la tranquilidad de las empresas vascas si el Gobierno Vasco no hubiera defendido a capa y espada a su homónimo español y hubiera intentado entender la posición argentina. Ejemplo de lo que digo son las palabras de la portavoz de Lakua hablando sobre la decisión de Cristina Fernández: «Nuestra voluntad es de colaboración con el Gobierno de España para ayudar en todo con el fin de tratar de resolver esta cuestión».

Y la decisión de la presidenta Fernández no es otra que la de hacer valer el derecho que tienen todas las naciones del mundo, como reza en la Carta de las Naciones Unidas o en los Pactos Internacionales de los Derechos Humanos, a decidir su propia forma de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural. O, dicho de otra manera, mediante el derecho de libre autodeterminación de los pueblos, Argentina con orgullo quiere disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales.

No desvirtuemos la realidad; Cristina Fernández sigue manteniendo la empresa YPF, la mantiene además en calidad de sociedad anónima, con la visión de que haya una sinergia público-privada y la empresa sea competitiva. La presidenta pretende que los beneficios obtenidos de la explotación de los recursos naturales argentinos queden en la Argentina.

Dicho todo esto, y volviendo al hilo primero de este artículo, una mujer ha hecho prevalecer los intereses de su país por encima del FMI, del Banco Mundial, de los mercados, de los intereses de muchas multinacionales y, por supuesto, de España. Y lo que el Gobierno Vasco y el Partido Nacionalista Vasco deberían entender es que en vez de echarse a temblar, tienen que hacer gala de la V de sus siglas y arrimar el hombro para que la economía argentina florezca, como lo llevan haciendo muchas empresas vascas al otro lado del Atlántico.

Por mi parte, cuatro últimas puntualizaciones: aplaudo el aplomo de Cristina y deseo que no llore por Argentina, porque lo que ahora necesita es fuerza. Espero que esta operación les sea exitosa; hago un llamamiento a la diáspora vasca en Argentina para que siga tejiendo esta red de comunicación, cultura y política de un lado y del otro del Atlántico; y, por último, quiero recordarles la primera estrofa de la famosa canción: «Será difícil de compren- der/ que a pesar de estar ahora aquí/ soy del pueblo y jamás lo podré olvidar».

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