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IBILIZ IBILI | Javier Iturritxa

Buruntza, el monte sitiado y zampado pero que sigue en pie

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A este encantador monte le he puesto dos duros adjetivos, por una parte, sitiado y, por la otra, zampado. Sitiado, ya que dos autovías y una vía del tren lo rodean. Zampado, ya que a falta de una, dos canteras se están comiendo sus faldas. A pesar de todo, el monte sigue ahí. Y cuando subes hacia su cumbre, se puede disfrutar de parajes de gran belleza. Incluso en lo más alto parece que se callan los coches y las industrias que lo molestan sin parar.

Desde el caserío, donde hemos dejado el coche, la pista continúa ascendiendo. Aunque esta vez lo hace siendo de gravilla, deja de ser asfaltada. Seguiremos dicha pista y en breve llegaremos a un cruce de caminos. Torceremos a la derecha y continuaremos ascendiendo. De esa manera, iremos bordeando una de las canteras del monte Buruntza, la cantera de Easo, más concretamente.

En breve veremos una langa y de nuevo la misma operación, torceremos a la derecha, la pasaremos y continuaremos bordeando la cantera. Eso sí, esta vez por sendero. Así es como pasaremos por una larra y después nos adentraremos en bosque. Seguiremos ascendiendo y saldremos al final del todo al filo de la montaña. En ese punto nos encontraremos en un cruce de caminos. Torceremos a la izquierda y seguiremos ascendiendo por la zona más abrupta y dura de todo el recorrido. En breve saldremos a la cumbre del Buruntza (441 m) y su gigantesca cruz de hormigón.

En este punto tenemos dos opciones, podemos volver por donde hemos venido directamente al coche o podemos alargar un poco más la excursión bajando por el filo dirección suroeste hasta la ermita de San Roque. Una vez en la ermita podemos seguir bajando por el sendero un poquito más. En breve veremos un sendero que va dirección este para acabar en el caserío desde el que hemos salido. Esta es una manera bonita de alargar la excursión y conocer lugares nuevos. Sin embargo, a continuación os voy a dar más alternativas.

También podemos desde la cumbre volver sobre nuestros pasos hasta el punto del recorrido que anteriormente he llamado el Filo. Desde ese punto, en vez de seguir bajando, podemos seguir dirección norte por el filo. A partir de ahora lo único que tenemos que hacer es seguir el único sendero que hay y disfrutar. Este sendero en un momento dado abandona el filo y baja por la larra situada en la ladera norte. Finalmente el sendero pasa por una ermita donde detendremos nuestro sendero. Si siguiéramos descendiendo por este camino señalizado con marcas azul-amarillas, acabaríamos en el pueblo de Lasarte.

Desde la ermita podríamos bajar por la pista de cemento hasta Urnieta, desde allí volver a Ergoiena y finalmente al coche. De esa manera, haríamos una vuelta totalmente circular. Sin embargo, hay que chupar mucho asfalto con esta opción. Yo personalmente prefiero volver sobre nuestros pasos hasta el punto llamado Filo. Y desde ahí desandar el trayecto hasta el caserío del principio.

Todas estas opciones nos demuestran que incluso en montes tan pequeños como el Buruntza las opciones de estirar el recorrido tanto como queramos son infinitas.

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