GARA > Idatzia > Kultura

Ruta 66: leyenda de asfalto, arena y rugidos de motor

El realizador y escritor Simon Cantlon está llevando a cabo un ambicioso proyecto -«The Motels of Route 66»- que consiste en escribir un libro y rodar un documental dedicado a los moteles históricos que un día se erigieron en la mítica Ruta 66. Conocida también como «La calle principal de América» o «La ruta madre», esta iconográfica vía, además de unir Chicago y Los Ángeles, se transformó en escenario de leyenda y fuente de inspiración para infinidad de temas musicales.

p054_f01.jpg

p054_f03.jpg

Koldo LANDALUZE

Polvo, asfalto recalentado por el sol y las llantas, seis cuerdas de guitarra que transmiten la esencia de una ruta y un viaje entre espejismos recreados a golpe de leyenda y una línea recta salpicada de rayas discontinuas que delimitan con el guiño cómplice de un horizonte que parece inalcanzable. Siguiendo las pautas de un ritual preestablecido por los tres acordes simples de un rock, el motor de una motocicleta ruge cada vez que alguien rememora los dos números de una ruta ancestral.

«En lo profundo de Louisiana, cerca de Nueva Orleans. En el camino de vuelta, entre los árboles de hoja perenne, hay una cabaña hecha de tierra y madera, donde vive un chico de pueblo llamado Johnny B. Good que nunca aprendió a leer y a escribir, pero que podría tocar la guitarra como quien toca una campana...». Mientras Chuck Berry anima el compás vital de aquel Johnny que tocaba su guitarra mientras observaba el paso de los trenes, damos comienzo a una ruta que comienza en Chicago y avanza hacia el Este en dirección a St. Louis, allí donde nacieron tipos como Miles Davis o el citado Chuck Berry. Siguiendo la línea de asfalto atravesamos localidades como Springfield o Rolla, puerta de entrada del Parque Nacional bautizado como aquel que fue seducido por el Mississippi, Mark Twain.

Cuentan las crónicas que aquella carretera primitiva seguía su curso por el viejo Oeste y atravesaba las tierras de Oklahoma y que durante el siglo XIX se erigió como territorio de diversas tribus de nativos norteamericanos. Fueron estos los paisajes que un día también transitaron quienes se aferraron a la vida durante la Gran depresión y que John Steinbeck reflejó en su novela «Las uvas de la ira», es la tierra inhóspita -la «Ruta Madre» que fue denominada por Steinbeck- en la que surgieron vagabundos sin brújula que cruzaron el país viajando clandestinamente a bordo de aquellos trenes que el viejo Johnny veía pasar.

Fue, en definitiva, el paisaje surcado por raíles y asfalto que dictó la ruta de Woody Guthrie, el bardo que decoró su guitarra con una declaración de principios: «Esta máquina mata fascistas». Mientras dejamos atrás Oklahoma, los ecos pasados de esta ruta nos guían hasta Nuevo México y a su capital Santa Fe. A partir de este punto la Ruta 66 cruzaba territorio Navajo y llegaba hasta Gallup, considerada la capital de los nativos norteamericanos ya que este lugar simbolizaba el epicentro de su espíritu indomable.

El recorrido sigue su curso a través de Petrified Forest, un conjunto de árboles milenarios cuya visión evoca todo tipo de conjeturas alucinógenas. Una vez cruzado este espacio anacrónico, nuestros ojos topan con los emblemáticos muros naturales del Gran Cañón del Colorado. Refugiados en su silencio, al borde mismo de sus abismos, el viajero se deleita con la visión de un entorno salpicado de abismos que refulgen bajo el sol. A lomos de una motocicleta o a bordo de un Mustang descapotable, nos dejamos llevar por los paisajes desérticos surcados por carreteras infinitas que nos invitan a tomar bifurcaciones que parecen no llevar a ninguna parte.

Llanuras de arena y moteles olvidados acaparan protagonismo en un viaje que avanza en línea recta y dictado por los rasguños de un blues que marca las pautas en cada una de las etapas, «Bueno sí, sé que tú planeas ir por la autopista del oeste hasta su fin. 66. Serpentea de Chicago hasta L. A. son dos mil millas, mas también podrás hacer (si quieres)... andarás bien por la 66». Antes de llegar a California y a la capital de cine, Los Ángeles, la Ruta 66 atraviesa el desierto del Mojave, paisaje lunar que nos conduce hasta su zona occidental, donde se encuentra el Valle de la Muerte. «Eso lo querías ver en este viaje todo lo podrás hacer. Andarás bien por la 66», sentencia el viejo blues mientras dejamos atrás este enclave que fue habitado por los indios Mojave y nuestra vista distingue las siluetas de las montañas de San Gabriel.

Hubo un tiempo en que la ruta alcanzaba la ciudad de Los Ángeles y atravesaba sus carreteras principales. Hubo un tiempo en que el viaje culminaba aquí y nunca llegaba al mar. «Well, I just got into town about an hour ago. Took a look around, see which way the wind blow. Where the little girls in their Hollywood bungalows...», lo repetía Jim Morrison mientras seguía el compás de The Doors en «L. A. Woman», la banda sonora que nos acompañaba mientras tragamos polvo y humo.

Cuentan las crónicas que la Ruta 66 agonizó cuando fue retirada de la Red de Carreteras de Estados Unidos en el año 1985 al considerar que ya no era relevante y su recorrido se sustituyó por el de varias carreteras incluidas en la fría y despersonalizada Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos.

La Ruta 66, ruta de camiones, vía inmigrante para los granjeros que soportaron las tormentas de polvo y arena de los convulsos años 30 e itinerario solitario por el que transitaba material militar durante la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de este conflicto, millones de jóvenes atravesaron los Estados Unidos por esta ruta cuando partían hacia los campos de batalla en Europa o el Pacífico y cuando emprendían su viaje de regreso a casa. Uno de estos viajeros fue Bobby Troup, un exbatería de la banda de Tommy Dorsey. Él dio origen a su famosa canción «Get your kicks on route 66».

En los 60 esta se transformó en la canción de la célebre serie televisiva «Ruta 66». Inevitablemente, esta escenografía idónea para todo tipo de road movies, cayó en el olvido. Su resurgimiento llegó a partir del año 1990 cuando se fundaron las Asociaciones de la Route 66 de Arizona y Missouri, a las que les siguieron otras ubicadas en diferentes estados. A este episodio hay que unirle el hecho de que, también ese mismo año, el estado de Missouri otorgó a esta célebre emblema de asfalto el título de Ruta Estatal Histórica. A pesar de que hoy en día resulta imposible recorrer en su totalidad el trazado original, este espacio único de asfalto, soledad y arena se ha transformado en el sueño de todo buen motero que suspira por surcar esta vía a lomos de una rugiente Harley Davidson.

Durante sus días de gloria, los habitantes que residían a ambos lados de la Ruta 66 pronto descubrieron que este incesante flujo de motoristas necesitaba gasolina, comida, lugares donde hospedarse y entretenimientos a lo largo del camino. De esta manera se levantaron miles de estaciones de servicio, restaurantes, cafés, bares, mercados, y atracciones turísticas. La Ruta 66 obtuvo la fama de ser «el hotel o motel del conductor». Las atracciones al lado de la ruta incluían tiendas de regalos y recuerdos, puestos de intercambio indígenas, puntos con vistas panorámicas, zoológicos, museos, lugares históricos y exposiciones de fenómenos geológicos. Era común ver Tipis indígenas gigantescos, enormes estatuas de cowboys y otras estructuras de formas extrañas diseñadas para atraer la atención de los motoristas que pasaban por la Ruta 66.

Animado por estos recuerdos teñidos de leyenda y nostalgia, el escritor y realizador Simon Cantlon está ultimando los detalles de un interesante proyecto coral creado a partir de un libro y un largometraje documental cuya intención es la de rememorar el encanto añejo y polvoriento de aquellos moteles que plagaron esta ruta.

La idea original es narrar las historias de estos moteles, iluminados por aquellos iconográficos carteles luminosos, y captar sus diferentes arquitecturas y aportar el testimonio de sus propietarios y los viajeros más conocidos que un día se hospedaron en sus habitaciones. Este proyecto, titulado «The Motels of Route 66», también dará cabida a todas aquellas fotografías que han sido realizadas por cualquier persona que pernoctó en estos lugares. Cantlon ha utilizado el recurso de las redes sociales para hacer un llamamiento y crear un amplio archivo digital que albergue esta base que ilustrará las páginas de su libro. La productora independiente Paper Moon Films ha creado la página themotelsofroute66.com en la que cualquier persona puede seguir al detalle o participar directamente en este proyecto.

Paisajes y evocación nostálgica

En 1937, R. E. Griffith, hermano del legendario magnate del cine DW Griffith, inauguró en Gallup (Nuevo México) el Rancho Hotel & Motel. En estos paisajes impresionantes que rodean Gallup, Griffith puso en escena su idea de crear un espacio único en el que pudieran alojarse algunas de las estrellas de Hollywood. Hasta este punto de la Ruta 66 se acercaron los Hermanos Marx, Errol Flynn, Kirk Douglas, John Wayne, Huphrey Bogart y Spencer Tracy y todavía hoy, en este establecimiento hotelero el viajero puede encontrar acomodo en alguna de las habitaciones que han sido bautizadas con los nombres de los actores y actrices de aquel Hollywood clásico. El maestro John Ford tampoco fue ajeno a estos espacios lindantes con su amado set de rodaje natural -Monument Valley- y en esta escenografía polvorienta puso en imágenes las palabras que John Steinbeck plasmó en su referencial «Las uvas de la ira». Ernest Hemingway meditaba en estos océanos de arena mientras perfilaba «El viejo y el mar» y el silencio que rodea a este espacio se rompe en cuanto escuchamos los relinchos fantasmales de los caballos que fueron montados por «Cisco Kid» y «El llanero solitario». También es posible escuchar los acordes de «Born To Be Wild» interpretados por la banda Steppenwolf y que acompañaron a Dennis Hooper y Peter Fonda en su emblemática «Easy Rider». En este apartado, resulta obligado citar la huida hacia adelante que compartieron Thelma y Louise y el homenaje automovilístico que la compañía Pixar dedicó a la Ruta 66 en su largometraje de animación «Cars». K. L. Thelma y Louise. GARA

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo