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presidenciales francesas

El auge del ultra FN ensombrece el ajustado triunfo de Hollande

El candidato del PS, François Hollande, confirmó que es el favorito al vencer en la primera vuelta de unas presidenciales que se confirmaron como un plebiscito contra Nicolas Sarkozy. Los electores de extrema derecha no se dejaron embaucar esta vez por sus cantos de sirena y otorgaron un resultado histórico al Frente Nacional, lo que paradójicamente ensombreció el ajustado triunfo del candidato socialdemócrata.

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Dabid LAZKANOITURBURU

Tal y como adelantaron los sondeos y las estimaciones sobre voto real publicadas horas antes del cierre de las urnas, el candidato del PS, François Hollande, era al 85% del escrutinio el candidato más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, en las que se medirá a un presidente saliente, Nicolas Sarkozy, que no logra por poco más de un punto su objetivo de encarar en cabeza la campaña por la segunda vuelta, el próximo 6 de mayo.

El dato no es baladí. Es la primera vez en la historia de la V República en la que un presidente saliente no logra la primera posición en primera vuelta. Pero, más allá de la pugna Hollande-Sarkozy -que habían augurado por este orden casi todas las encuestas-, destaca el resultado histórico del Frente Nacional. Marine Le Pen logra alrededor de un 19% de votos, un hito en la prolija historia de la extrema derecha francesa.

Estos resultados confirman, de un lado, la existencia de un voto oculto, no captado por las encuestas, del FN. Y, lo que es más importante, revelan que la impopularidad del presidente Sarkozy ha impedido que captara voto prestado con su discurso xenófobo y ultra, lo que sí ocurrió hace cinco años, cuando el histórico líder ultraderechista y padre de la actual candidata, Jean-Marie Le Pen, se quedó con un escueto 10% de sufragios.

El fantasma de 2002

Este resultado es tanto más remarcable si tenemos en cuenta que Le Pen padre hizo historia pasando a la segunda vuelta en las presidenciales de 2002 con un 17% de los votos. Este éxito electoral sanciona la operación de imagen de Marine Le Pen para edulcorar el tono y limar sus mensajes más estridentes.

Pero, más allá, matiza y amarga el triunfo del PS, algunos de cuyos dirigentes advirtieron de la necesidad de reflexionar seriamente sobre la popularidad de la extrema derecha. Ya lo dijeron tras el batacazo que supuso en 2002 que su entonces candidato, Lionel Jospin, quedara apeado en primera vuelta.

De momento, el PS tendrá que conformarse con el apoyo explícito que se apresuró a otorgarle el candidato del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quien quedó en cuarto lugar y lejos de Le Pen con un 11%.

Encuestas infladas

Si con esta última las encuestas se quedaron cortas, Mélenchon quedó lejos del 15% (e incluso el 17%) que le auguraban los sondeos. No se descarta que hayamos asistido a una operación política de los medios ligados al poder para inflar las posibilidades del candidato de la izquierda jacobina en un intento de debilitar a Hollande.

Cierto es que, sumando su porcentaje de votos con los obtenidos por las dos candidaturas trotskistas, la izquierda al PS repite prácticamente los resultados de 2007. Pero no es menos cierto que Mélenchon y su Frente de Izquierda han logrado, con su indudable protagonismo durante la campaña, situarse en buena posición de cara al que es su próximo objetivo, las legislativas de junio.

Porque ahora la consigna es votar a Hollande. «El 6 de mayo, y sin negociar nada a cambio, hay que ganar a Sarkozy y os pido no dudar en ningún momento, como si me estuvieráis votando a mí», instó a sus seguidores.

La candidata ecologista, Eva Joly (2%), hizo suyo el llamamiento para votar a Hollande.

Plebiscito contra Sarkozy

El antisarkozismo es sin duda uno de los principales hándicaps para el presidente saliente de cara a la segunda vuelta. Una corriente de opinión que no sólo proviene de la izquierda sino que incluye a electores de todo el espectro político. Su segunda posición ayer y el resultado cosechado por el FN convierten en titánica la tarea para Sarkozy. La propia Le Pen se encargó de remarcar ayer que «somos la única oposición a la izquierda ultraliberal, laxa y libertaria».

La táctica electoral para atraer al electorado del FN no le ha funcionado esta vez y los politólogos auguran que Marine Le Pen no dará consigna de voto alguna y que el electorado de extrema derecha se dividirá en la segunda vuelta en tres proporciones iguales: voto en blanco, a Sarkozy y a Hollande.

El intento de seducir a los votantes de centro podría ser su última tabla de salvación, aunque estaría reñido con sus más que guiños a la derecha extrema, lo que le ha costado varias deserciones en su entorno.

François Bayrou, quien no ha superado la barrera sicológica del 10% de votos, anunció que dará una consigna de voto tras interpelar a los dos candidatos. Mientras tanto, alimenta la ambigüedad al insistir en que «humanamente» está más cerca de Hollande, pero «programáticamente» más cerca de Sarkozy.

Se ha especulado con que este último podría ofrecer a Bayrou un cargo político importante a cambio de su apoyo. Tampoco está claro que el electorado de centro fuera a seguir esa hipotética consigna.

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