«No hay negociación con esta gente», advirtió el presidente sudanés, Omar el Beshir, sobre el Gobierno sursudanés, al que la pasada semana calificó de «insecto». Desde la reconquistada ciudad de Heglig, las palabras de el Beshir dibujaron el escenario que se acerca a la guerra abierta entre Sudán y el recién independizado Sudán del Sur.

«Con ellos, negociamos con fusiles y balas», añadió. Tras dos semanas de violentos combates, la región petrolera de Heglig, que se disputan ambos países, estaba sembrada de cadáveres de soldados sursudaneses y sus infraestructuras petrolera, que representan la mitad de la producción de crudo que le queda al norte, se encuentran muy dañadas.

Jartum anunció el viernes la reconquista de Heglig, que el pasado 10 de abril fue tomada por las tropas sel sur. El Ejército de Sudán del Sur dijo haber llevado a cabo, por la presión internacional, una retirada voluntaria y progresiva que concluyó el domingo. Según el comandante del Ejército sudanés, Kamal Marouf, las tropas del sur sufrieron más de 1.200 muertos, aunque no precisó el número de bajas de sus propias filas. Los combates han provocado además la huida de casi 5.000 habitantes de Heglig y de localidades vecinas, según un informe de las autoridades sudanesas.

Desde Bentiu, capital del Estado sursudanés de Unidad, donde se encuentran los soldados sursudaneses que dejaron Heglig, muchos de ellos heridos durante la retirada, dicen estar dispuestos a una nueva guerra.

El presidente de EEUU, Barack Obama, exhortó a cesar de inmediato los bombardeos y afirmó que «los presidentes de Sudán y Sudán del Sur deben tener el valor de negociar».