The Uski's comienza su simpática y consistente historia en el Atxarre taberna de Laida, donde en 2003, mientras el sol huía despavorido, unos jóvenes de Elantxobe e Ibarrangelu preparaban su primer concierto. En el listado de canciones aparecían títulos de la Creedence Clearwater Revival, Beatles, Ramones... El sonido fue un tanto calamitoso aquella apacible noche, pero la peña se lo pasó tan bien que a los Uski's les brillaron los ojos varias semanas, las suficientes como para que pensaran que aquello debía tener continuación y en serio, aunque siempre con una sonrisa.

Compusieron sus primeras canciones, tocaron por el entorno y se las apañaron para tener su primer disco dos años después: «Lo hicimos con la pretensión de que nuestro repertorio lo pudiéramos escuchar con un buen sonido, en ningún momento pensábamos en discográficas, pero aquí estamos». O ahí están con su cuarto disco, «Tximinotan», para Baga Biga, portador del mismo espíritu de aquellos primeros días basados en grupos de los sesenta, preferentemente.

«Tximinotan» perdura en las armonías vocales, en el rockanroleo surgido en los cincuenta y variado entre los sesenta y setenta. Chisporrotea corte a corte y comunica que debe ser parte de la primavera, el verano y el otoño de las jaiak. Aún más después de nueve años de tesón y progreso.

The Uski's son Anartz Laka: guitarra, guitarra de 12 cuerdas y coros; Oier Laka: guitarra, bajo, timple, órgano y coros; Jon Zameza: guitarra, bajo, guitarra acústica y coros; Iñigo Eiguren: voz e Iñaki Astoreka: batería.

Para componer este tipo de música y textos (no todos) se ha de vivir con cierta actitud frente a la vida, con luz...

La verdad que vivimos bastante bien donde estamos, en especial si nos comparamos con otras tierras. Así que creo que hay que cantarle a la vida, a la alegría, a los amigos, a las neskas y a todo lo bueno que nos rodea, que ya hay otros muchos dolores de cabeza como para encima estar todo el día llorando. La música para nosotros es el momento del día en que despegamos y nos dejamos llevar de acá para allá recordando viejas anécdotas entre acordes mayores.

Los Beach Boys están revoloteando por su historia, ¿cómo llegaron, cómo se unieron al espíritu de la banda?

Estaban en casa cuando nacimos. De hecho, el tío Ramón (progenitor de Anartz y Oier) creo que tiene algún vinilo de ellos por ahí todavía. Desde pequeños hemos mamado de Beach Boys, Beatles, Rolling y, cómo no, los más importantes: los Panchos y toda la música sudamericana que nos hemos jamado. En las comidas familiares siempre se sacan las guitarras, ukeleles, timples, requintos y demás para recordar grandes boleros y habaneras que conocemos sin querer. ¡Vaya juergas!

¿Sin el mar y el salitre hubiese existido The Uski's?

Pues, seguramente, no. Uski's viene de la playa de Laga y allí nos hemos reencontrado. Somos familia, pero de niños hemos sido contrincantes, ya sabes, Elantxobe-Ibarrangelu. Luego, después de pasar la edad del pavo, nos reconciliamos y nos pusimos a tocar. El mar está en todos los discos y en casi todas las canciones. Sin «Kresala» no hay Uski's.

¿Cuáles han sido vuestras claves personales para haber resistido como banda en un estilo que puede ser popular y festivo, pero que resulta (o ha resultado) un tanto ajeno a las costumbres de quienes organizan los programas de fiestas?

Jamás tocaremos un estilo con el que no disfrutemos todos y que vaya forzado con el objetivo de sacar pasta. Nosotros tocamos para gozar, bailar, botar y, sobre todo, cantar, nos encanta cantar. Nunca venderemos lo que no somos. Somos mediocres, pero somos The Uski's. Cuesta que te llamen de festis de rock y tal, pero bueno el que nos llame que tenga claro que no vamos por pasta, sino que vamos a disfrutar y a intentar que la peña haga lo mismo. Hay que bailar, ¡joder!

A pesar de los años, mantienen muchas de las claves del inicio, ¿cabezonería?

Igual no sabemos hacer nada mejor. Bueno, bromas a parte, como tocamos temas compuestos por diferentes integrantes, el abanico se abre mucho y tenemos pinceladas de estilos variados, pero dentro de un tramo coherente. Además, no vemos el motivo por el cual deberíamos cambiar de estilo. ¡Tal vez haya que hacer algún disquillo de baladas!