Tablas en El Sadar
Justo, sufrido e insuficiente
Los goles de Nino y Cazorla hicieron justicia a un partido de ida y vuelta, en el que Osasuna y Málaga se repartieron dominio y ocasiones. El punto se recibió con satisfacción, aunque es insuficiente para retener la sexta plaza, ahora en manos del Athletic.
OSASUNA 1
MÁLAGA 1
Amaia U. LASAGABASTER
Hace tiempo que el romanticismo es al fútbol lo que la famosa aldea gala al Imperio romano. Resiste con orgullo, pero en cotas muy reducidas, frente al dominio de los euros. O de los rublos y petrodolares que corren a raudales por algunos clubes europeos. Como el Málaga, un equipo que se mantenía a duras penas en lo deportivo y sobrevivía más milagrosamente aún en lo institucional y que, a golpe de talonario, se ha convertido en un lustroso muestrario de kilates futbolísticos.
Poco se puede hacer contra eso. Pero Osasuna lleva haciéndolo toda la temporada. Redoblando tesón, disciplina, empuje, trabajo, solidaridad, orgullo y, por qué no, también calidad -receta obligatoria del pobre, aunque no todos la cumplan-, ha llegado a esta recta final de la campaña casi emparejado con el equipo blanquiazul. Ayer también lo intentó, aunque solo lo consiguió por momentos. Los suficientes para salvar un punto que supo bien, por el rival y por cómo se desarrolló el encuentro, aunque saque de posiciones europeas a los rojillos, ahora a un punto de la sexta plaza.
En un partido de ida y vuelta, los rojillos se vieron sorprendidos de inicio por un rival que salió con el cuchillo entre los dientes y que, de hecho, estuvo a punto de marcar antes de que se cumpliese el primer minuto de juego. Pero es que, más allá del susto, el cuadro navarro se encontró con un Málaga que mordía, presionaba arriba, robaba balones, miraba con deseo a Andrés y forzaba a su anfitrión a limitarse a balones largos que no le llevaban a ninguna parte.
Pero por mucho que llueva, siempre acaba escampando. También lo hizo en el Sadar. Tanto que, mediado el primer tiempo, espoleado quizá por un par de remates peligrosos de Nino y Puñal, Osasuna se hizo con el choque, obligando ahora al Málaga a vivir casi permanentemente en su parcela.
Aunque tampoco en este caso duró demasiado. En los minutos previos al descanso, el equipo andaluz recuperó el mando. Y el peligro, que incluyó un remate de Cazorla bien salvado por Damià y, sobre todo, un balón de Maresca desde la frontal que se estrelló en el palo.
Se repitieron los vaivenes, incluso de manera más acusada, en la reanudación. Esta vez fueron los hombres de José Luis Mendilibar los que entraron en el césped con ganas de mandar. Necesitaron la colaboración de Kameni, pero no tardaron demasiado en obtener su recompensa. Probó Cejudo con una buena volea que atajó Kameni. El guardameta malaguista cantó en el saque posterior, dejando el balón en pies de su anfitrión. Con la defensa visitante descolocada, lo agradeció Cejudo con un centro desde la izquierda y más aún Nino que, bien desmarcado, cabeceó el 1-0.
De un lado y del otro
Alegría, aunque contenida. Probablemente porque, conociendo al rival y viendo cómo se había desarrollado el encuentro hasta entonces, la ventaja se sabía corta. Lo fue. Volvió a venirse arriba el Málaga, que tiró del cañon de Cazorla para restablecer el empate. Un derechazo desde la frontal ante el que nada pudo hacer Andrés.
También esta vez resultaba complicado considerarlo definitivo, aunque acabara siéndolo. Y es que, espoleado por el tanto, el equipo de Manuel Pellegrini dio un paso adelante, hasta el punto de encerrar a un Osasuna al que los segundos se le hicieron eternos. La escuadra evitó que también fueran letales, al repeler un disparo de Camacho. Y aunque en los ultimísimos minutos se rehízo como para devolverle el susto a su rival, es probable que recibiera el pitido final con alivio. Ambos, en realidad, tras un encuentro que pudo haber acabado de cualquier manera.