Raimundo Fitero
Circunstancial
No hay manera de esquivar a los videntes televisivos. Hay una hora en la que todos los canales se convierten en espacios perfectamente preparados para el timo general. La desesperación se convierte en locura y un desprendimiento de cualquier racionalidad. La inmensa mayoría de los que llaman solicitan saber qué va a suceder en su vida laboral o amorosa. Las contestaciones son compendios de vaguedades, de vacuidades, de referencias improbables, pero imposible de cuestionar. Es como leer el horóscopo escrito por un poeta dadaísta o un aficionado a los mangas. Da lo mismo, al otro lado hay una cantidad de seres insomnes que quieren arruinarse a base de engordar a unos cantamañanas, a unos charlatanes, a unos predicadores de la desmovilización y el determinismo social con plataforma mediática.
Todo debería ser circunstancial, sino fuera una consecuencia de un plan de distorsión. O como diría Kiko Rivera Paquirrín, una «una mierda grande para vosotros». Ahora repudia a Tele5, o a algunos programas del canal, por cuestiones personales. ¿Escupirá al cielo para ver si se queda tuerto con su lapo? Estos personajes nacidos en una notoriedad aumentada por la estulticia, acaban siendo muecas de sí mismos. ¿Tiene oportunidades de vivir al mismo ritmo fuera de la cadena que le tiene protegido y blindado? ¿Romperá o simplemente se está preparando una nueva serie de presencias, desmentidos, broncas y reconciliaciones con los tertulianos de esos programas que empiezan a dar síntomas de agotamiento?
En la tele, como en el gobierno, la casa real o la economía mundial, todo es mentira. Todo son globos sonda que esconden otras acciones que se descubren a las semanas, los meses o los años. En estos días, solamente podemos agarrarnos a Jordi Évole, porque es el único que está haciendo periodismo de verdad, que se mete en donde debe meterse y que nos descubre algunas de las mentiras más solemnes. En la última entrega nos dejó con las sotanas al aire de esa curia navarra tan propicia a registrar propiedades y fincas con una urgencia muy sospechosa. El Rey, la Banca, la Iglesia, el Ejército. Esto me suena. ¿Es circunstancial o estructural?