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Patxi Zabaleta | (VI) Pruebas de cargo de la conquista de Navarra. Quinto testigo de cargo

Martin de Azpilikueta, el «doctor navarro»

La figura de Martin de Azpilcueta o Azpilikueta, conocido como el “Doctor Navarro” es de un nivel intelectual y moral digno de todo orgullo. Fue rector de la universidad de Coimbra y profesor en otras varias universidades, como la de Salamanca y Alcalá de Henares. Fue también defensor del Arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza, acusado por la inquisición instigada por Felipe II en un proceso que duró 30 años y acabó en Roma. Autor de libros de derecho, moral y economía, que permanecieron de actualidad durante siglos, y considerado predecesor de la economía como ciencia. Llegó a ser consejero personal de tres papas.

Martin de Azpilcueta nació en Barasoain en una familia baztanesa, euskaldun y agramontesa. Sus padres se exiliaron con los reyes de Navarra y él, que en 1512 tenía 20 años, estaba estudiando en Toulouse. No quiso ser propiamente súbdito del rey de Castilla (hoy diríamos ciudadano del imperio español), aunque fue catedrático en Salamanca y Alcalá. En el tema de la nacionalidad mantuvo la misma actitud que sus parientes los Jasso y Xabier, incluido Frantzes de Xabier, es decir San Francisco Xabier.

Los misioneros en las conquistas militares del siglo XVI y siguientes no eran meros predicadores de religión, sino que eran a la vez emisarios del nuevo poder y de la nueva cultura a implantar con la nueva soberanía, a cuyas órdenes y bajo cuya protección se asentaba el nuevo orden. Por eso Frantzes de Xabier y Jasso no fue a las colonias de Castilla, es decir a América, sino que fue a colonias de Portugal, o sea, a India, China, Japón, como misionero, y también como delegado del Rey de Portugal.

Igual que Frantzes de Jasso, Martin de Apilcueta eludió el convertirse en propiamente súbdito del soberano de Castilla; prefirieron  acogerse a la protección de los reyes portugueses. Azpilcueta siempre consideró ilegítima e injustificable la conquista de 1512, incluso cuando ya con casi 80 años escribió a Felipe II y al virrey de Navarra Duque de Albuquerque la defensa frente a las acusaciones que le hacían. Si bien es cierto que se apartaba «para evitar males mayores» de la reinstauración de los reyes de Navarra, que entre tanto se habían hecho protestantes. 

La opción y la actitud de Martin de Azpilcueta no le resultó gratuita, ni tampoco sin consecuencias. Por el contrario, esa decisión sobre su nacionalidad le privó o le limitó, entre otras posibilidades, de haber llegado a ser nombrado cardenal por las presiones en su contra de Felipe II, tal como lo ha estudiado pormenorizadamente Pier Xarriton.
Fue asesor de tres papas: Pío V, Gregorio XIII y Sixto V. Las numerosísimas obras que escribió contienen algunas teorías y aportaciones revolucionarias para su tiempo. Así, en economía sus teorías y sus estudios sobre los precios en relación con la oferta y la demanda, los intereses y el dinero, y la previsibilidad en materia económica, fueron no solo completamente innovadoras, sino precursoras con siglos de antelación de desarrollos intelectuales posteriores. Sin embargo su libro “De Uxuris”, acerca de la usura, fue inmediatamente censurada por la Inquisición en el propio siglo XVI.

Martin de Azpilikueta vivió la aniquilación de la independencia de Navarra, no solo como cuestión identitaria, sino también como drama personal: «Cuando me preguntan de dónde soy y les digo que soy de Navarra, luego les tengo que explicar dónde está y qué fue de aquella nación». Murió a los 94 años en Roma, en donde había vivido sus últimos 20 años y a donde había acudido para mejor seguir defendiendo a su compatriota el cardenal Carranza. Fue enterrado conforme a su voluntad en una iglesia portuguesa de Roma, como señal de su opción nacional.

Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo, perseguido por la inquisición por instigación de Felipe II, obtuvo al final una sentencia absolutoria, pero fue justo unos días antes de que muriese sin haber podido recuperar su cargo. Felipe II en su testamento igual que su padre y sus descendientes dejó el encargo de solucionar y reparar el tema de Navarra.

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