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Rumbo a la final de Bucarest

Y lo mejor está por venir

Era un partido de riesgo, pero no declarado por el consejero de Interior sino por el de Sanidad. No iba a ser fácil y no lo fue. Pero eso ya no importa. 35 años después, sí, el Athletic vuelve a una final europea, el 9 de mayo, en Bucarest. Un equipo rojiblanco que fue mejor, que nunca perdió la fe, que quiere hacer historia, aupado por una hinchada que le da vida y que no se cansa de frotarse los ojos por lo que está viviendo. Y lo mejor está por venir. Bendita locura.

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ATHLETIC 3

S. PORTUGAL 1

Joseba VIVANCO

«Ese prodigio de hermosura, esa fiesta de los ojos». El escritor Eduardo Galeano, futbolero antes que uruguayo y que visitará Bilbo el 28 de mayo para hablar de fútbol, se quedó corto cuando describió con estas escuetas palabras el espectáculo del balón. «Mendigo del buen fútbol» como se reconoce, anoche habría compuesto una oda para plasmar con su pluma lo que se vivió en La Catedral del balompié. Un duelo de leones sobre la verde selva de San Mamés, jaleados por 40.000 gargantas rotas, descosidas y agrietadas, que acompañaron de principio a fin a los nuevos héroes rojiblancos, los que ya nadie olvidará de carrerilla, los que, 35 años después, los que por segunda vez en la historia de este centenario, singular e irrepetible club, disputarán una final europea. Anoche llovió sobre San Mamés. La lluvia de incontenibles lágrimas por las emociones vividas y de lágrimas por todos aquellos que hoy no están. Por los aitas y amas, aitites, hermanos... por Iñigo. Lágrimas de Iker Muniain sobre la hierba al acabar el partido. Lluvia de sentimientos, de abrazos, de cánticos, de sueños. Como acertó a decir tras eliminar al Manchester United un ayer ausente Óscar de Marcos, «esta gente nos da la vida». Y ellos se lo devuelven así.

Olía a pólvora de bengalas en La Catedral, la que guardaban, como se vio de inicio, ambos equipos. Porque los leones portugueses no vinieron a especular, sino a arañar. La grada pitaba las primeras combinaciones lusas y rugía el primer saque de esquina a favor como si fuera un córner inglés. El Athletic trataba de protagonizar, pero el Sporting, con su línea defensiva muy adelantaba, encaraba veloz con cada robo de balón.

Imprecisos en los pases, desaprovechadas las bandas, recurrieron los de Bielsa al balón largo y esta vez con atino. La ganó Llorente, se giró y golpeó mal a las manos de Patricio. Volvió a tenerla el `9', revolviéndose en el área y cayendo al suelo. Entre medias, una de Muniain y luego un disparo de Ibai a las manos del buen portero lisboeta. Pero a la tercera del ariete internacional fue la vencida. Minuto 17. Primera combinación por banda derecha, balón que mete al área Muniain, Llorente la mata con el pecho y allí Susaeta la remata picado a la red. Gol de tiqui-taca, de tuya-mía, de Cola-Cao. Un tanto que volvió el partido en una espiral frenética, sin pausa, sin poso.

Respondió un herido Sporting con un cabezazo alto de Pereirinha que se fue por poco. El encuentro se rompía. Bielsa saltaba de la banca a protestar una falta. Iraizoz sacaba a bocajarro un endiablado balón de cabeza de Polga. Sufría el Athletic atrás, sufría en la salida fácil de balón. Apretaban los verdiblancos de Sá Pinto. Apretaban los dientes los rojiblancos de Bielsa.

La intensidad visitante no fructificaba y eso lo aprovechó el Athletic para golpear. Casi anota Ibai en un balón lateral al que no acertó solo ante Patricio y Llorente, inmenso, se precipitó y malogró otro gran pase del de Santutxu. Avisaban los dos, porque suyo iba a ser el protagonismo de una gran noche. Pero quien perdona, acaba pagando y de eso sabe mucho este Athletic. Y cuando el reloj enfilaba, en un córner, el holandés de cuyo nombre mejor no acordarse, cazó a la red de Iraizoz un rechace. San Mamés no enmudeció, rugió y aupó a los suyos para que sobre la bocina, Ibai pusiese las tablas en la eliminatoria tras una asistencia de lujo de, quién si no, Llorente.

Hacía falta un gol, como al principio. Y a por él salieron los leones de Bielsa desde el mismo vestuario. Plegaron velas los lisboetas cual Vasco de Gama a cobijo de buen puerto, y el Athletic desplegó entonces su mejor fútbol, con un soberbio Ander Herrera. El chutazo de Susaeta obligó a Patricio a sacarla de la escuadra y a renglón seguido Javi Martínez remató de cabeza al poste. El «Jo ta ke!» retumbaba en La Catedral. Ni siquiera el misil de Insua a la cepa del palo de Iraizoz calló a la grada.

El Athletic estaba convencido, esta iba a ser su noche, su gran noche. Llorente lo tenía claro. Volvió a avisar de cabeza casi a la media hora del segundo tiempo y casi la gana otra vez con la testa dentro del área pequeña. «Jo ta ke!», incansable San Mamés. Iba a entrar, tenía que entrar, iba a entrar. Minuto 87. Enésimo balón al área desde la banda, Llorente peina y la pelota se prolonga hasta Ibai. Templa, recorta hacia la línea de fondo, centra y allí el `9' completaba su gran noche, la de todo San Mamés. «El gol es el orgasmo del fútbol», resumió Galeano. Y San Mamés, Bilbo, Bizkaia entera, el mundo athleticzale llegó al climax. Ni el balón que Iraizoz atajó como si le fuera la vida, ni los tres minutos de prolongación. Lágrimas. Bucarest espera. No se puede escapar. Lo dijo Bielsa en su día, «llegar a una final nunca puede ser un objetivo; ganarla, sí». Ganadla.

El Atlético de Madrid será el rival de la final

El Athletic se enfrentará el próximo 9 de mayo en Bucarest al Atlético de Madrid, que derrotó al Valencia por 0-1 en el partido de vuelta de la otra semifinal de la Europa League. El gol de Adrián en el minuto 60 metió al equipo colchonero por segunda vez en la final de esta competición europea.

Los jugadores que dirige Diego Simeone llegaban a Mestalla después de un excelente pero no definitivo resultado de 4-2 en la ida disputada en el Vicente Calderón. Los hombres de Unai Emery dispusieron de mayores ocasiones en la primera parte, pero no las supieron materializar.

La lesión de Canales en el minuto 59 fue el principio del fin para el Valencia. Acto seguido llegó el gol del Atlético. Una pérdida de balón de Parejo fue aprovechada por Diego, quien centró un balón para que Adrián controlase a la perfección con el pecho y cruzase el balón con un potente disparo a la escuadra lejos del alcance de Alves.

Después de este tanto, la tensión se apoderó de ambos conjuntos, hasta tal punto que en el minuto 78 de partido el colegiado esloveno Damir Skomina expulsó con roja directa a Tiago, que se perderá la final, y amonestó con tarjeta amarilla a los valencianistas Soldado y Jordi Alba. GARA

Las individualidades y el oficio, claves del partido

Menos mal que reconoció que el de ayer fue «un día muy, muy feliz», porque lo cierto es que el tono y el semblante de Marcelo Bielsa tras clasificarse para la final eran como el de cualquier otro día.

Tampoco varió demasiado su discurso. Empezando por su reconocimiento a los jugadores como verdaderos artífices de la clasificación. «No diría que he llevado al equipo a dos finales, solo he participado de la llegada», aseguró el técnico que, sobre todo, quiso destacar el «convencimiento» de sus futbolistas a la hora de desarrollar sus ideas en la búsqueda de sus objetivos.

De ahí que, a la conclusión del encuentro, «fundamentalmente me dio mucha alegría por los jugadores, porque han hecho un desgaste enorme y han tenido un compromiso altísimo para merecer el partido que han ganado». De hecho, consideró que «la clave del partido fue el nivel de las individualidades, que fue muy alto y parejo, prácticamente de todos, y la madurez y el oficio que demostraron los futbolistas pese a su juventud».

Aunque no fueron los únicos depositarios de la satisfacción del rosarino. «También me dio mucha alegría por el público. Participar en este tipo de encuentros que conmueve tanto a los aficionados siempre crea una gran responsabilidad -confesó-. Hay proporcionalmnte el deseo de provocar felicidad y el temor a decepcionar, así que también hubo una sensación de alivio en el sentido de que el público encontró lo que deseaba y lo que expresó antes y durante el partido con muchísima nitidez. He sentido mucha alegría y mucho reconocimiento y gratitud por el esfuerzo de los futbolistas», insistió el técnico rosarino.

Bielsa, que una vez más eludió hablar sobre su renovación -y en este caso también sobre el posibe interés del Barcelona-, tampoco quiso referirse a lo que pueden dar de sí las dos finales que disputará el Athletic en el mes de mayo. «Nunca imagino situaciones a las que uno todavía no ha accedido, entre otras cosas porque es una forma de ahuyentarla». La mala suerte, se supone.

Ricardo Sa Pinto, por su parte, lamentó una derrota que no le pareció «justa» y destacó la importancia del momento en que llegaron los goles. «Han sido dos palos muy duros», lamentó. A.U.L.

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