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La clase obrera afronta tiempos decisivos

Millones de trabajadores y trabajadoras de todo el planeta participarán hoy en las movilizaciones convocadas con motivo del Primero de Mayo, día en el que la clase obrera reivindica, no solo sus derechos, limitados y menguantes en esta sociedad capitalista, sino sobre todo su papel como motor en el progreso de la humanidad. Una cita marcada en rojo en el calendario pero que, en los últimos años del siglo pasado y los primeros compases del presente, había ido perdiendo su carácter contestatario para adquirir un tono más festivo, sobre todo en los países del llamado primer mundo.

Sin embargo, el estallido de la burbuja financiera, hace cinco años, y la crisis global que desde entonces ha sacudido el escenario socioeconómico, ha barrido por completo el castillo de naipes que mucha gente había construido en torno a la ilusión de que la lucha de clases había desaparecido y que el sistema permitiría compatibilizar la voracidad acumulativa de los más ricos y el bienestar generalizado de la clase trabajadora. Una ilusión que quienes rigen el sistema vendieron como posible y que no pocos compraron gustosamente, olvidando que el capitalismo es, por definición, incompatible con el interés de los trabajadores.

Ahora, la crisis y sus consecuencias han hecho aflorar la verdad de forma dramática, y el Primero de Mayo de 2012 llega en un momento crucial para la clase obrera, que en los últimos cinco años ha sufrido un brutal ataque por parte de la patronal y las administraciones. También en Euskal Herria, donde el número de parados rompe barreras mes a mes y quienes a duras penas mantienen el empleo han visto recortados sus derechos drásticamente. Es por tanto tiempo de movilizarse en la calle y desbaratar los planes diseñados en altas torres de oficinas. Igual que el 29M, hoy toca demostrar que en este país hay fuerza para darle un vuelco al sistema y empezar a construir la alternativa.

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