Jon Odriozola Periodista
No hay futuro...
Se dice que se está acabando con el Estado de Bienestar. Es cierto. Ocurre que el capitalismo está en un punto de no retorno y no hay salida salvo para él mismo y no para la gentePara las masas que no pase por la revolución, palabra anacrónica que me coloca en el pleistoceno o en el cretácico, época de los dinosaurios. Y todavía lo habrá menos -futuro- sin una escoba revolucionaria que despache a toda esta caterva de vividores y parásitos al museo de la Historia junto con la rueca. Y aún lo habrá menos -futuro- sin una vanguardia que organice y dirija el proceso revolucionario y a las clases trabajadoras. ¿Me convertirá esto en un visionario? ¿Soy yo el antiguo o lo es este podrido sistema capitalista en completa descomposición?
Le llaman democracia y no lo es. Le dicen «reforma laboral» y es una permanente contrarreforma que atenta a los derechos sociales básicos de la ciudadanía conquistados a base de sangre, sudor y lágrimas. Nos hablan de «crisis» cuando bajo el capitalismo lo normal es la crisis estructural y la excepción periodos cortísimos de vacas gordas (cuando no nos acojonan con «vacas locas»). Ya no existen las clásicas y decimonónicas crisis cíclicas del capital de sobreproducción donde se destruían mercancías para dar paso a nuevas acumulaciones de capital.
Eso sí que es historia. Nunca ha habido tantas guerras como en la actualidad. Mueren asesinando pueblos, como ayer en Libia, anteayer en Irak o Afganistán, hoy en Siria y mañana, si pueden, en Irán. Es como la fábula de la tortuga y el escorpión vadeando el río. Este último promete no picar con su mortífera cola a la tortuga si le pasa de una orilla a la otra, pero, a mitad del lecho fluvial, le pincha y, antes de hundirse los dos, el quelonio le pregunta al alacrán (como si fuera Mourinho): ¿por qué? Y el escorpión responde: va en mi naturaleza. El imperialismo procede igual. No es que sea intrínsecamente perverso: es que no puede actuar de otra manera si no quiere suicidarse, algo que nunca hará, aunque ande con ruedas cuadradas. Es como el rey español y sus cacerías y saraos: un Borbón no puede actuar de otra manera, va en sus genes, se diría hoy.
O como la Ertzaintza cuando dispara a diestro y siniestro, a mansalva e indiscriminadamente, que eso es el terrorismo, ocasionando el homicidio de un hincha de un equipo de fútbol que solo festejaba el pase...¡y nada más! Es consustancial a su propia naturaleza: reprimir, están adiestrados para eso, como un reflejo pavloviano. Incluso el cinismo vergonzante insulta a la inteligencia del pueblo tratando de trasladar el debate a si deben emplearse pelotas de goma o no obviando quién las dispara y, sobre todo, quién ordena apuntar: la culpa la tuvo la escopeta y no quien apretó el gatillo y mandó percutir. Solo les faltó decir que la culpa la tuvo la víctima por estar donde no debía.
Se dice que se está acabando con el Estado de Bienestar. Es cierto. Ocurre que el capitalismo está en un punto de no retorno y no hay salida salvo para él mismo y no para la gente. ¿Seré yo un apocalíptico? Tal vez pero, desde luego, no un integrado que coadyuve a sostener este carcomido y corrupto y depredador sistema. Ah, ¡viva el 1º de Mayo!, que es hoy.