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Raimundo Fitero

En fila

Si se tiene ganas, se puede ver en una misma sesión a Jordi Évole, Buenafuente y Sardá, en fila, uno detrás de otro. Es una especie de ocupación de franja horaria, la noche de los domingos, donde también tiene sitio la incombustible «Aída», con nuevas incorporaciones actorales, y si se respira por otros aires más cercanos, otras parodias, el fútbol, y las películas que siempre son un socorrido remedio para no alterar los nervios de los programadores.

Jordi Évole, insistimos, es el único que hace periodismo televisivo de investigación. O más sencillo: el único que hace periodismo. Busca un tema -en su última entrega la financiación de los partidos políticos- y se lanza a entrevistar a los que pueden aportar datos sobre el asunto, desde todos los puntos de vista, con lo que al final cada telespectador puede sacar sus conclusiones. Y se sacan porque elige muy bien a los entrevistados, mete cámaras en lugares apropiados y sabe preparar bien el menú completo. Sobre los partidos y su financiación solamente se puede sentir vergüenza. Y así nos lo plasmó Évole. La composición del Tribunal de Cuentas es revelador de la absurda situación de dependencia.

Seguido aparece su mentor, Andreu Buenafuente, con «Buenas noches, Buenafuente» que va perdiendo audiencia y se está colocando en terrenos peligrosos porque está en un canal grande, en horario estelar, y necesita un esfuerzo más para una continuidad. Lo mejor sigue siendo su intervención de arranque, algunas entrevistas -la de Miguel Bosé fue muy comercial-, algunas burradas generales y la relación entre esta BBC, Buenafuente, Berto y Corbacho. Le falta al programa una personalidad más identificable.

Y para terminar Xavier Sardá, en su retorno a la tele, en cadena no habitual, Antena 3, y con un programa nuevo, «Ustedes perdonen», que no aportó nada. Joan Manuel Serrat es un personaje en sí mismo. Hablar de su infancia y visitar su colegio y su barrio está como muy trillado. La audiencia no se entusiasmó y parece como si este gran comunicador estuviera ensimismado, de vacaciones, sin garra, dejándose llevar por las circunstancias. Con el Nen del Poble Sec puede ser suficiente, pero parece todo como ya visto.

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