La comisión de investigación del Parlamento británico sobre el escándalo de las escuchas telefónicas del periódico «News of the World» ha concluido que Rupert Murdoch no es la persona adecuada para liderar una compañía internacional, y ha criticado su gestión al frente de News Corporation acusándole de haber mostrado «una ceguera intencionada» ante las actividades ilegales que realizaban los periodistas del desaparecido semanario sensacionalista. Asimismo, la comisión acusa a los implicados de haber engañado al Parlamento en sus comparecencias.

Conociendo la trayectoria del multimillonario australiano, las conclusiones no pueden calificarse como sorprendentes. Pero sí llama la atención la nula autocrítica que han realizado los miembros del Parlamento, cuando ha sido la clase política británica la que ha posibilitado con su inacción, en unos casos, y complicidad, en otros, los desmanes de Murdoch. Asimismo, resulta lamentable que el Partido Conservador, estrecho aliado del empresario, ni siquiera haya respaldado el informe. La censura a Murdoch es pertinente, pero los políticos británicos tienen mucho que limpiar en su casa.