Mikel INSAUSTI

El cine de superhéroes aún no ha alcanzado su techo y, por increíble que parezca, siguen haciéndose películas que superan a las anteriores. Se podría pensar que es cuestión de ir añadiendo más tecnología punta para obener una mayor espectacularidad virtual. Pero no es así, y «Los vengadores» es la prueba irrefutable de que el secreto del éxito está en la calidad y, sobre todo, en la inteligencia del guión. Joss Whedon demuestra ser un perfecto conocedor del universo Marvel, ya que se ha volcado en la escritura y desarrollo de un argumento donde tienen cabida todos y cada uno de los grandes mitos modernos salidos de la factoría de Stan Lee. No logró explicarme cómo ha sido capaz de reunir a tanto coloso, con sus conflictos internos a cuestas, en una única película que no rebasa las dos horas y media.

Lo que más me ha sorprendio de «Los vengadores» radica en el enorme potencial de sus diálogos, que son tan contundentes que no se dejan engullir por la acción concentrada en el tramo final e incluso mantienen un equilibrio ideal entre drama y fuegos de artificio. Las sonoros parlamentos que intercambian los superhéroes adquieren el eco de una tragedia clásica, y no por casualidad Robert Downey Jr., en su papel de Iron Man, parafrasea a Shakespeare. Algo así no tendría sentido si no fuera porque su personaje desprende una arrolladora carga de ironía a través de su alter ego Tony Stark. Suyas son las mejores bromas y pullas lanzadas hacia el resto de componentes de esa organización que responde a las siglas de SHIELD. Desde su estatus de inventor, mira con superioridad a sus colegas con poderes resultantes de extrañas mutaciones que les convierten en unos monstruos, haciendo una excepción con Hulk-Banner, porque es un cintífico con cara de Mark Ruffalo cuando la ira no le obliga a transformarse en un gigante verde sin control. Pero si de aptitud mental hay que hablar, la triunfadora es La Viuda Negra encarnada por Scarlett Johansson, cuya habilidad para el interrogatorio le permite sacar lo que quiere del cerebro primitivo de Thor o del de un militarizado y obsoleto Capitán América.