Johnny Depp mantuvo una gran amistad en vida con Hunter S. Thompson, a quien interpretó en la película de Terry Gilliam «Miedo y asco en Las Vegas». En esa adaptación de la novela más famosa del autor, la edad del actor coincidía con la real del personaje recreado y se ajustaba muy bien a su perfil. No sucede así en «Los diarios del ron», que recoge las andanzas por Puerto Rico de un Hunter S. Thompson más joven a principios de los 60. A pesar de la capacidad de transformación de Depp, hay retos que se antojan imposibles incluso para él, porque para un cuarentón que se acerca ya a los cincuenta intentar hacer de veinteañero es autoexigirse demasiado. El sobreesfuerzo se explica porque se trata de un proyecto personal largamente acariciado, cuya materialización ha tardado muchos años en llegar. Tanto es así, que la novela «Los diarios del ron» fue publicada por iniciativa del propio Depp, que encontró el original revolviendo entre las cosas de su amigo.

El actor ha querido respetar la voluntad del escritor siete años después de su suicidio, confiando la realización al inglés Bruce Robinson, ya que era el preferido de Hunter S. Thompson para dirigir «Miedo y asco en Las Vegas». El problema es que Robinson ha estado todo este tiempo inactivo, pues han transcurrido ya dos décadas desde que estrenara su última película «Jennifer 8», habiendo decidido retirarse a causa de la mala recepción que tuvo aquel título de crítica y público. En principio sólo estaba dispuesto a escribir el guión adaptado de «Los diarios del ron», pero ha sido la insistencia de Depp la que le ha hecho ponerse detrás de la cámara un tanto a regañadientes. Pero este cineasta ya no es el que asombró en los 80 con su ópera prima «Withnail y yo». Ha intentado ser fiel al libro, cosa que no hizo un Terry Gilliam que supo trasladar el material literario de Thomson a su delirante universo visual. La inmediata consecuencia es la falta de riesgo apreciable en «Los diarios del ron», que ofrece un aspecto de tarjeta postal de lo que era el Puerto Rico de los años 50 y 60, y en la que luce por encima del resto de los integrantes del reparto la actriz Amber Heard, con su imagen de mujer fatal.