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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

Las matinales

Se estrenó hace casi viente años, y en ella John Goodman aparecía como un loco productor de serie B inspirado en William Castle. Presentaba las sesiones matinales en clave nostálgica, como un refugio durante la crisis de los misiles ante los peligros de la Guerra Fría. La amenaza nuclear cobraba la forma de un mostruo mutante, mitad hombre mitad hormiga, llamado Mant.

El público familiar de los 60 se desayunaba con imágenes fantásticas de ciencia-ficción barata que servían de válvula de escape a la paranoía colectiva, y es posible que dentro de la actual coyuntura de crisis económica y de incertidumbre por el negro futuro que nos espera, se vuelva a recuperar la costumbre de ver cine por la mañana en domingos y festivos.

De momento los cines Golem ofrecen esa posibilidad en Iruñea, y he de decir que las salas en las que se proyectan películas para todos los públicos suelen estar muy concurridas. Una vez que se apagan las luces y da comienzo la proyección, te olvidas por completo de que son las doce del mediodía.

El pasado domingo pude sentir esa magia que plasmaba «Matinee», al presenciar junto a un público totalmente entregado «Los vengadores», cuyo disfrutable espectáculo hace que merezca la pena el pequeño madrugón.

Las únicas sesiones matinales de cine a las que me ha tocado asistir, ya de adulto, han solido ser las de los festivales y ruedas de prensa. Todas ellas muy silenciosas y respetuosas, por lo que siempre he echado de menos su versión infantil más bulliciosa y festiva. Las tengo idealizadas desde que ví la maravillosa película de Joe Dante «Matinee».