Hubo un tiempo social, político y televisivo que una serie de éxito se llamaba «Periodistas», y narraba asuntos que supuestamente sucedían en la redacción de un periódico. No fue al única serie que trató del asunto, al igual que el cine que se acercaba a una profesión, un oficio, que en los momentos de máxima subida de su ego se llamó «cuarto poder». Hoy, la noticia es que los periodistas de verdad salen de manifestación para pedir atención mediática y denunciar una situación realmente delicada, que muestra la debilidad de una actividad que ha dejado de ser cuarto poder, para convertirse, en demasiadas ocasiones, en una especie de sirvienta del poder, de los poderes.

Una gran parte del reparto de aquella serie, son actores y actrices recorridos que han hecho una gran carrera. La serie tenía fondo, planteaba asuntos de interés, y, se supone, despertó vocaciones en jóvenes que querían vivir esas tormentosas reuniones en donde se discutía la importancia de las noticias, se elegían los reportajes y ser periodista era un objetivo loable, con muchas ramificaciones,. Casi en paralelo con el éxito de la serie, se empezaron a detectar disfunciones. Y fue en las televisiones donde crecieron los periodistas multifunción, la falta de rigor, la urgencia como premisa y una insustancialidad que fue abundando en el descrédito. Los problemas estructurales y los de formación se juntaron con los problema de adhesión. El periodismo se fue convirtiendo en algo extraño, en una entelequia, en un oficio del pasado.

Así se hicieron gabinetes de prensa, con periodistas a su cargo, que daban la noticia trillada, filtrada y casi de obligada publicación. Los derechos laborales se fueron recortando. Las empresas periodísticas dejaron de ser independientes, se alienaron con partidos y con grupos económicos, y de ahí en adelante todo ha sido una caída fatal.

No hay empresas libres, no hay periodismo libre, y los periodistas van desapareciendo. Es un oficio de tinieblas. Defendamos lo que pensamos debe ser hoy esa cosa tan sencilla como es entablar una relación con una parte de la sociedad a partir de una narración de la realidad. ¿O no era eso?