Al menos cuatro personas murieron el miércoles por la noche tras la incursión de las fuerzas de seguridad y de milicianos -Shabiha- en el campus universitario de Alepo, la segunda ciudad de Siria, para dispersar una protesta contra el Gobierno de Bashar al-Assad. Alrededor de 1.500 estudiantes se habían dado cita fuera de los dormitorios cuando, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, alumnos partidarios del régimen armados con cuchillos atacaron a los manifestantes que respondieron con nuevas protestas que fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad, que emplearon munición real y gases lacrimógenos. «Algunos estudiantes corrieron a sus habitaciones para refugiarse, pero les siguieron hasta allí, donde fueron arrestados y golpeados. Otros han sufrido cortes y fracturas mientras intentaban huir», declaró a Associated Press Thaer al-Ahmed, uno de los estudiantes.

Los disparos y enfrentamientos continuaron durante al menos cinco horas, según indicó.

El portavoz de los Comités de Coordinación Local, Emad Hosari, explicó que las fuerzas de seguridad habían dado un plazo a los estudiantes para que dejasen de protestar. Tras hacer caso omiso, entraron en el campus, arrestando a decenas de personas, que algunas fuentes cifraron en 200. Ante estos hechos, la Universidad, escenario casi a diario de movilizaciones, decidió suspender temporalmente las clases. En su página web señaló que retomará su actividad el próximo día 13, una vez finalizados los exámenes, y que la suspensión está motivada por «las circunstancias actuales».

Por otra parte, la agencia de noticias siria SANA denunció la muerte de 18 miembros de las fuerzas de seguridad y de cinco civiles en diversos ataques en Damasco, Deraa y Sweida.

En este clima de violencia, el diario estatal «Al Baaz» informó de la muerte a manos de un grupo armado del hijo del opositor Ali Haidar, líder del Partido Nacional Sirio, quien aseguró que «aquellos que llevan armas no evitarán que trabajemos para establecer la paz».