Raimundo Fitero
Islandia
Evole nos puso en alerta y para hablar de los asuntos de la crisis financiera -o sea, de la crisis bancaria, de las malas intenciones de todos los sistemas para hipotecar a ciudadanos e instituciones a base de la generación de una economía especulativa suicida- se fue a Islandia, con casos concretos, pero con resoluciones diferentes. La decisión de la población acotó los rescates a los bancos, los procesos penales a los dirigentes políticos, la urgente salida del agujero. Nos indica que existen otras maneras de afrontar esta barbaridad capitalista. Este mensaje lo recibíamos el domingo a la noche, en paralelo con un Buenafuente que ha perdido el rumbo, que va en caída libre porque se ha equivocado de tono, cadena, horario y día.
La economía sigue siendo la que manda, por encima de la política. Aunque cuando se maridan ambas, y son demasiadas veces, se producen monstruos de un tamaño superior. Seguimos con emociones fuertes y la cuarta entidad bancaria del Estado español, Bankia, va a ser intervenida, o quizás vaya a ser nacionalizada, aunque la palabra sea un anatema y se disfrazará con todas las capas léxicas posibles para no pronunciar nunca nada que se acerque a revelación de la realidad.
Pero está claro, se trata del banco, antes Caja Madrid, más cercano al PP. Al frente estaba nada menos que Rodrigo Rato, que fue ministro con Aznar y baranda en el FMI, y que dice ha dimitido, pero ha sido obligado a dejarlo para intentar no mancillar demasiado el deterioro de imagen que tienen el señor Rajoy y sus banqueros. Su sustituto, de Bilbao, pues.
O sea, un banco en apuros, al que se acude con unos diez mil millones de euros para salvarlo, recuperarlo de la malísima gestión y, si llega a estar otra vez en positivo, regalárselo a sus amiguetes de nuevo. Están buscando un cementerio para los activos tóxicos. Botín dijo: «Un banco malo, no es bueno». Los islandeses, que comen el mejor bacalao del globo terráqueo y un salmón muy fibroso, no permitirían el escándalo actual. Por cierto, ¿Kutxabank va bien? Bien mirado, los acontecimientos nos acercan más a la Argentina del corralito que a Islandia. De momento, estamos muy acorralados.