GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Final de la UEFA Europa League

Por las lágrimas de Iribar

El día, la hora, ha llegado. El Athletic se juega hoy marcar un hito más en su centenaria historia, quizá el más importante, el de conseguir su primer título europeo. Un espaldarazo internacional a una filosofía única. El partido de nuestras vidas, se dice. Y solo vale ganar.

p006_f02_234x423.jpg

ATLETICO-ATHLETIC

Joseba VIVANCO | BUCAREST

Alguien dijo una vez que fútbol espectáculo es levantar un título. A estas alturas de la película, a falta tan solo de rotular con el `the end' un magnífico guion, en la amplia familia rojiblanca nadie duda de que es así. No traerse esta Europa League a casa sería una decepción que solo el tiempo cicatrizaría. Y eso que hablamos de un club que idolatra como si fueran campeones a aquellos que, treinta y cinco años atrás, perdieron la mítica final del 77 contra la tododopoderosa Juventus. Como de manera acertada recordó José Mari Amorrortu el lunes, de la necesidad hacemos la fortaleza. Y este club, este Athletic de Bielsa, necesita un título para rubricar una temporada que puede ser legendaria.

A falta ya de pocas horas para la histórica cita de Bucarest, uno no puede sino imaginarse en sus respectivos vestuarios a los dos estrategas que se medirán sobre el césped del reluciente Estadio Nacional. Marcelo Bielsa y Diego Simeone, «un duelo de amigos», que decía el alumno. «En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre», arengó el técnico rosarino a sus pupilos en sus tiempos con la albiceleste. A sus leprosos de Newell´s, antes de dirimir contra Boca la final de 1991, les instó: «Nosotros tenemos que reconstruir una sensación, algo muy profundo: remitirnos a los 14 años, cuando en el barrio nos tocaba jugar contra aquellos rivales a los que les teníamos bronca y no nos importaba nada más que eso, ni el lugar, ni la hora, nada. Porque lo único que nos interesaba, justamente, era jugar».

No sabemos cuál será el mensaje que el Loco transmitirá esta noche a los suyos, minutos antes de saltar al verde donde les separarán 90 o, quizá, 120 minutos de la gloria. Quizá, simplemente, como contaba Ander Herrera, les señale la imagen de la gabarra surcando la Ría hace casi tres décadas y les diga «qué lindo sería estar ahí, ¿eh?». Quizá, quién sabe, Javi Martínez recuerde a sus compañeros las lágrimas de Iribar tras derrotar al Sporting de Portugal.

La Ría del Nervión o la fuente de Neptuno aguardan campeón. Una final al cincuenta por ciento, dos entrenadores que se conocen de sobra, dos equipos que se respetan, pero un partido en el que el guion parece preestablecido y ese pasa porque el Athletic sea el que quiera tener la pelota desde inicio. Cuando aterrizó en el banquillo colchonero a mitad de temporada, el Cholo dijo aquello de que con tener una ocasión y marcarla, le bastaba. Pero lo cierto es que tras cementar la zona defensiva, el Atlético de la mano de Falcao y Adrián tienen más peligro para las metas rivales que una cacería de elefantes en Bostwana. Llevan el ADN del gol en sus botas y lo peor para el contrario, que están en estado de gracia.

Hablaban los jugadores madrileños el lunes de que la clave del partido de hoy estará en no cometer errores, en la presión, en las jugadas a balón parado. Pero quien quizá dio en la diana fue Iker Muniain cuando habló de que en una final quien se lleva el gato al agua es el que mayor efectividad promueve cara al gol. Y esa precisamente va a ser una de las claves, al menos para el Athletic, hacer gala de esa puntería que le dio noches de gloria como las de Manchester o Gelsenkirchen.

Alguien decía que una tanda de penaltis no es una lotería, sino que lo que cuenta es la predisposición, el estado anímico y físico de quienes patean el balón. Lo vimos en el reciente Madrid-Bayern de Champions. Una final tampoco es una moneda al aire. El Athletic, al menos, llega entero, anímicamente y físicamente preparado y grabado en su frente el consejo que la mamá de Marcelo Bielsa le daba de chico: «Nunca te guardes el último esfuerzo». Están a un paso de pasar a la historia del fútbol europeo y del Athletic. Es hora de que este «caso único en la historia del fútbol mundial» que describió ``L´Equipe'' le grite al planeta fútbol, como se enorgulleció el lunes José Mari Amorrrotu, «que aquí estamos». Es el momento. El Arena Estadio de Bucarest, el Atlético, espera. Ilusión, ambición, fe. El catecismo de este equipo.

El periodista Juan Carlos Latxaga, en su blog, escribía estos días: «Es el partido de nuestra vida, el de los que ya llevamos jugados unos cuantos partidos importantes, y el de los que ahora empiezan a disputar sus primeros partidos decisivos. Es nuestro partido, nuestra final. La que vamos a ganar seguro, porque 114 años después ya va siendo hora de que el nombre del Athletic figure en el palmarés europeo». Por las lágrimas de Iribar, traed esa Copa a casa.

 
Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo