El pasado 13 de abril, internet fue un auténtico hervidero de comentarios en cuanto se supo de un anuncio que aparecía en la sección de crónica social del New York Times. En ella se anunciaba el final de temporada de la serie de dibujos animados «My Little Pony», una producción encaminada al sector infantil que en el Estado español se emite en Boing.

En esta crónica publicitaria se anunciaba con pompa y circunstancia -parodiando abiertamente los enlaces reales europeos- que dos de estos pequeños caballos de colores contraían matrimonio. En cuanto se descubrió esta hábil jugada publicitaria, muchos se preguntaron por qué invertir en esta sección una suculenta cifra económica si el programa está dedicado a niñas de 7 a 12 años.

La respuesta es tan singular como lógica. Si bien esta producción era una serie de animación infantil, diversos estudios constataron que una gran parte de la audiencia estaba compuesta de hombres de 13 a 35 años.

La razón de esta particularidad radica en que las dos primeras temporadas de «My Little Pony» se convirtieron en objeto de culto y todo un fenómeno sociológico gracias a su planteamiento argumental inteligente y arriesgado.

Trabajos de culto

Todo ello se debe a que detrás de esta realización se encuentra Lauren Faust -compañera sentimental de Craig McCraken, creador de propuestas tan aclamadas como la miniserie de animación «Las supernenas». Faust desempeñó labores de animadora, productora y guionista en esta serie de animación de culto. En el año 2010, la todopoderosa compañía juguetera Hasbro y propietaria de los derechos de «My Little Pony», quiso llevar a cabo una nueva serie basada en estos juguetes y Faust asumió el reto de hacerla realidad, pero dotándola de un nuevo enfoque: quería que madres, padre y hermanos se «engancharan» a esta propuesta y por ese motivo incluyó en las tramas guiños y referencias a otros programas de televisión y películas.

Peculiaridad

La leyenda de este fenómeno dio comienzo cuando en el primer episodio apareció, por culpa de un error en la animación, un personaje con ojos estrábicos. El pony fue bautizado de inmediato en la red como «Derpy» -bobo o torpe- y los animadores, como respuesta, no sólo mantuvieron esta característica del personaje, sino que lo incluyeron habitualmente en la serie. Fue tal el éxito que Hasbro rebautizó al muñeco con el apodo impuesto por los internautas. Secuencias similares a esta han provocado que en internet, esta serie se haya convertido en objeto de culto y haya provocado el nacimiento de muchos blogs dedicados al imaginario colorista de los pequeños ponis de colores.