Un año de 15M: del despertar movilizador al «escudo» contra los recortes del PP
Para algunos, el 15M nació cadáver. Para otros, simboliza el Génesis de la política. Unos pensaron que un Gobierno escucharía a miles de personas. Bastantes, que salir a la calle no era más que un punto y seguido de un proceso contestatario. Ha pasado un año desde que Sol se llenó de tiendas y asambleas. Momento perfecto para hacer balance. Lo único constatable es que algo sí que ha ocurrido en el Estado.
Alberto PRADILLA
Lázaro Sola llega a la Puerta del Sol con un montón de papeles bajo el brazo. Hace pocos días, la Policía española le desalojó, junto a otros miembros de la comisión de veteranos, de este mismo lugar. Habían colocado una mesa para recoger firmas exigiendo la devolución de la «mordida» a sus pensiones impuesta por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Hace un año, este exmilitante del PSOE y UGT que ya en el 83 rompió sus carnés de pura frustración, se encontraba «en casa, aburrido». Pero fue a la manifestación del 15 de mayo. Y frente a esa imagen de «juventud adormilada» que traba de inculcarse, vio a miles de chavales en la calle que le «engancharon» a un renovado activismo. «Desde entonces no he tenido un día de fiesta», bromea.
Pablo Padilla es uno de esos jóvenes que ni siquiera se creía el éxito de aquella marcha. Miembro de Juventud Sin Futuro, el 7 de abril ya habían sacado a la calle a miles de personas. Sabían que algo estaba pasando. Pero, como todos los que compartieron aquellos días de mayo en Sol, tampoco tenía claro qué. Ahora, apunta a la «repolitización de todos los aspectos de la vida» como uno de los principales rasgos del movimiento. Hoy, por supuesto, tomará parte en la marcha que pretende rememorar una de las mayores movilizaciones que se recuerdan al otro lado del Ebro dejando claro que «no se trata de celebrar», sino de dar pasos en la construcción de nuevas movilizaciones.
Para Rubén García, pisar Sol en los primeros días de acampada supuso romper con las teorías «conspiranoicas» que dictaban que el 15M constituía, en realidad, una maniobra de la derecha para desmovilizar al electorado progresista. Militaba por aquel entonces en Corriente Roja. Ahora participa en distintas comisiones como Toma la Zarzuela, uno más de los diferentes grupos surgidos al calor de las tiendas y las asambleas y que se han dispersado por Madrid haciendo visibles muchas reivindicaciones que, hasta ese momento, no traspasaban el umbral de los convencidos.
interior amenaza
Sola, Padilla o García son tres caras del 15M. Existen cientos más. Eso que los medios han terminado bautizando como movimiento de «indignados» sigue siendo, como al principio, una masa heterogénea que tiene claro que no le gusta el sistema. Y que ha tenido un especial impacto en aquellos lugares con menor organización social. La llegada al Gobierno español del PP y el recrudecimiento de los recortes sociales se ha convertido en el principal frente de batalla. Pero, aunque Sol continúa ejerciendo la labor de símbolo, esa gran movilización se ha atomizado en barrios y pueblos, segmentándose a través de pequeñas luchas particulares. La paralización de deshaucios, la ola de ocupaciones registrada en Madrid en los últimos meses o el reforzamiento de las diferentes «mareas» contra la degradación de lo público son ejemplos. Como en todo, también hay sombras e incógnitas. La primera, cómo responderá la ciudadanía ante la gran marcha convocada para hoy con motivo del aniversario del 15M. La segunda, cuál será la actitud de la Policía, después de dos semanas en las que el Ministerio español del Interior ha calentado el ambiente. La fecha pasará de largo, pero quedará el poso de 12 meses de debates, marchas y protestas. Y, sobre todo, los retos de cara a un futuro que se presenta marcado por la ofensiva neoliberal del Ejecutivo de Mariano Rajoy.
los eternos debates
Un movimiento tan heterogéneo no cabe en una conversación de una hora. Pero todos coinciden en que uno de sus grandes éxitos está, precisamente, en meter a ese «totum revolutum» que son las asambleas en el debate público y lograr introducir conceptos que antes solo dominaban los activistas de toda la vida. Eso también genera contradicciones. «Parece que algunos sectores consideraron que habían inventado la política», considera Padilla, que recuerda que antes del 15M también había asambleas, ocupaciones e incluso un movimiento contra los abusos hipotecarios. Como dice el narrador de «El Club de la Lucha», la película de David Fynch protagonizada por Brad Pitt, «todos lo tenían en la punta de la lengua, nosotros solo le pusimos un nombre».
Una nomenclatura que cuajó en Sol. Pero que tuvo que evolucionar obligado por las circunstancias. «Era necesario dejar la plaza», reconoce Sola. La pregunta es si tanto entusiasmo se reflejó luego en los barrios. «Es lógico que exista un cansancio», asume García. La evolución decreciente que han tenido las comisiones descentralizadas es un hecho. Sin embargo, este miembro de Toma la Zarzuela considera que, si bien ha bajado el número de participantes, «el compromiso ha ido hacia arriba». Estas posiciones expresan perfectamente dos debates siempre presentes: hasta qué punto se mide la efectividad solo por movilizaciones y cuánto se está dispuesto a dejar en casa para aglutinar a un mayor número de personas.
Sobre la primera cuestión, las opiniones son dispares. Es cierto que «la marca 15M» ha logrado ampliar un campo alternativo, tal y como ejemplifica García con los bloques críticos de las manifestaciones de la huelga general. Pero, también, como considera Sola, «se ha pinchado en determinadas respuestas, como a la hora de salir a la calle cuando se aprobó la reforma laboral».
retos para el futuro
La heterogeneidad ideológica constituye otra de las interminables discusiones. Ejemplo de ello, la reciente disputa en el seno de Democracia Real Ya, rota en dos después de que un grupo plantease la regularización de sus estructuras y se encontrase con la oposición de otro importante sector. También, la propia definición del movimiento: ¿es de izquierdas una amalgama que protesta contra los abusos de la clase política y económica? «Ante esta dicotomía, nostros optamos por reivindicar que defendemos los derechos públicos de las mayorías», asegura Padilla.
¿Qué ha conseguido el 15M? Esta es una interrogante que no termina de convencer a muchos miembros del movimiento. «No se puede exigir resultados en menos de un año», sentencia García. Para Padilla, es importante revalorizar pequeñas victorias, como la paralización de deshaucios. Para Sola, que se apoya en «cuestiones de la edad» para defender sus «prisas», debería desembocar en «un nuevo Frente Popular». En realidad, una cosa es lo que las asambleas definen en sus estrategias y otra, la realidad, marcada por los viernes de recortes. Y ante eso, el miembro de Juventud Sin Futuro apunta a largo plazo: «Debemos dejar de convertirnos en un escudo frente a las agresiones a lo público y empezar a plantear alternativas». Hoy, en Sol, otra oportunidad.