La crisis siria llega a la libanesa Trípoli y deja ya ocho muertos
La crisis política que desde hace un año vive Siria ha llegado a Trípoli, la segunda ciudad de su vecino Líbano, donde los enfrentamientos entre miembros de la comunidad alauí partidarios de Bashar al-Assad y suníes armados contrarios al régimen sirio han dejado ya al menos ocho muertos. Las autoridades libanesas exigieron el cese de la violencia.
GARA | TRÍPOLI
Autoridades políticas libanesas exigieron ayer el cese de la violencia en la principal ciudad septentrional de Trípoli entre suníes y alauíes, donde al menos ocho personas han muerto y 89 han resultado heridas desde el sábado y donde los disparos de armas automáticas y cohetes impiden un despliegue total del Ejército.
«Los libaneses deben ser conscientes de los peligros que significa para el país crear inestabilidad en el Líbano en la delicada coyuntura regional», dijo el presidente libanés, Michel Suleiman, tras abordar con el ministro libanés del Interior, Maruan Charbel, las medidas necesarias para poner fin a la violencia desatada en Trípoli en un contexto de revuelta y violencia en Siria.
Con ese objetivo se reunió el primer ministro, Nayib Mikati, con el jefe del Ejército y otros responsables políticos y de seguridad. Mikati llamó a la «contención» para evitar el caos y señaló que se acelerará el interrogatorio del islamista Shadi al-Maulaui, cuya detención fue el detonante de los disturbios.
Los enfrentamientos comenzaron el sábado tras el arresto de Al-Maulaui, acusado de «conspirar para ejecutar actos terroristas» dentro y fuera del Líbano. Sin embargo, medios libaneses apuntaron que esa detención podría estar relacionada con la crisis en Siria, cuyas autoridades acusan a una parte de la población libanesa de suministrar armas a los rebeldes.
Los combates continuaron ayer por tercer día consecutivo de forma intermitente entre los vecinos de los barrios de Bab al-Tebaneh, de mayoría suní, y de su eterno rival Yabal Mohsen, alauí, confesión a la que pertenece la familia de Al-Assad. Ironías del destino, en Trípoli la línea del frente es la calle Siria. A su alrededor, las calles están vacías.
«Trípoli es el corazón de los problemas. Mientras los ministros discuten en Beirut, nosotros pagamos el precio», afirma con amargura Nidal Jabaleddin. «Si los sirios quisieran, encontraríamos una solución, pero quieren exportar su conflicto a Líbano».
Un hombre se sienta en la calle Siria. «Esperamos que el régimen en Siria caerá pronto, es la única manera de aliviarnos, pero para que eso suceda va a correr mucha sangre».
No es la primera vez que se producen choques entre los residentes de ambos barrios, la última vez en febrero, con la crisis siria de trasfondo, un conflicto que ha profundizado la división entre los libaneses.
Rusia defendió la venta de armas a Damasco, criticada por las potencias occidentales, al considerar que el régimen tiene derecho a defenderse de los rebeldes, que reciben armas del exterior, y volvió a apostar por el plan de paz de Kofi Annan.
