El régimen de Bahrein, que hace frente desde hace más de un año a un movimiento de protesta liderado por la mayoría chií, trata de salvarse mediante una unión política con Arabia Saudí que, entre otras cuestiones, serviría para «fortalecer su coordinación en materia militar y de seguridad». Con este motivo, los dirigentes de las seis cleptocracias del Golfo Pérsico mantuvieron ayer en Riad una cumbre consultiva para examinar un proyecto de unión que en un principio reuniría a Arabia Saudí y Bahrein.

Los participantes en el encuentro discutieron un informe sobre «la transición de la cooperación a una fase de unión» entre los integrantes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que también incluye a Emiratos Árabes Unidos, Omán, Kuwait y Qatar, una cuestión que decidieron seguir analizando.

Según explicó el rey de Bahrein, Hamad bin Issa al-Khalifa, esta unión, propuesta por Riad, es «la respuesta a los cambios y desafíos que enfrentamos tanto en el ámbito nacional como internacional», en referencia a la revuelta bahreiní y a las tensas relaciones que estas cleptocracias, sobre todo Arabia Saudí, mantienen con Irán, que acusa a sus vecinos árabes de interferir en sus asuntos internos.

«Es una emergencia»

«La opción de la unión es una emergencia», señaló el domingo el primer ministro bahreiní, Khalifa bin Salman al-Khalifa, cuyo régimen ejerce una represión brutal sobre quienes se manifiestan desde hace un año contra la dinastía suní que gobierna el país y que en marzo de 2011 recurrió, invocando al fantasma iraní, a tropas saudíes, que fueron desplegadas en Bahrein para defender al régimen suní y sofocar la revuelta.

Agregó que los países del CCG deben «fortalecer su coordinación en materia de seguridad y militares mediante el establecimiento de una estructura unificada para su defensa».

El CCG no ha conseguido 31 años después de su creación establecer una integración económica entre sus miembros. Tampoco ha logrado la integración aduanera, prevista para 2003 pero pospuesta hasta 2015, ni han podido llevar adelante un proyecto de moneda única, anunciado inicialmente para 2010.

No se conocen detalles de este proyecto, rechazado en las calles bahreiníes y en el Parlamento iraní. La idea de una política común con Riad provocó disturbios en Bahrein, donde el jeque Ali Salmane, líder de Wefaq, el principal partido chií de la oposición, reclamó un referendo. «Bahrein obtuvo su independencia (1971) tras un referendo organizado bajo la égida de la ONU» cuando Teherán reivindicaba el archipiélago, recordó Salmane, quien añadió que, por lo tanto, «el pueblo bahreiní es el único habilitado para decidir sobre su independencia» y la dinastía Al-Khalifa «no tiene el derecho a decidir una unión o una confederación con cualquier país», subrayó.

También pidió una consulta el liberal Foro de Asociaciones Civiles del Golfo, que llamó a Riad y a Manama a reconsiderar una idea que tildó de «inadecuada».

Irán condenó el proyecto y advirtió de que la iniciativa «fortalecerá la unidad del pueblo bahreiní contra las fuerzas de ocupación saudíes».