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«Té amargo», la mirada humana a la brutalidad de las minas en el sahara ya está en iruñea

La dureza de la vida de las víctimas de las minas antipersona del pueblo saharaui ha unido a los fotógrafos Xavi Piera y Joseba Zabalza. Su trabajo se expone desde el jueves en Zabaldi, Iruñea. Los reporteros comentan con GARA su experiencia en los campamentos.

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Aritz INTXUSTA

Cuesta encontrar una mirada que sepa rehuir el muñón y encontrar una imagen de un mutilado que no esté pensada para llamar a la pena o al llanto. Trabajos como el de Gervasio Sánchez -por méritos, quizá el mejor reportero gráfico del Estado-, son de una sencillez salvaje. Mostrar la mutilación provoca un impacto necesario, pero es perfectamente compatible con la exposición conjunta de Xavi Piera y Joseba Zabalza. De hecho, Sánchez les ha apoyado en cuanto ha podido. «Té amargo», que así se llama la recopilación de fotografías tomadas en la Escuela Militar Centro Mártir el Sheriff, retrata la realidad de un lugar por encima de los dramas individuales. El centro hubo de cambiar su denominación hace años para ahora ser conocido como centro Mártir el Sheriff para Víctimas de Minas y Heridos de Guerra.

Los campamentos del Sáhara son relativamente transitados por numerosos activistas de Euskal Herria. Mártir el Sheriff está un poco más allá, a unos 20 minutos en coche avanzando hacia la nada. No hay señal con la que guiarse salvo una línea de cable que se estira hasta el poste que da luz al barracón. No mucho más lejos, se encuentra ya el muro levantado para poner freno al empuje del Polisario, un Ejército que entró en tregua con Marruecos en 1994. Dormidas bajo la arena, esperan alrededor de cinco millones de minas. Supuestamente, protegen el muro, pero en la realidad lo que han hecho es destrozar para siempre una franja estrecha y larga de la tierra saharaui. Y, de vez en cuando, estallan.

«Las minas se mueven», afirma Piera. El viento y el suelo inestable de arena fina provocan que los millones de explosivos pensados para matar y mutilar se desplacen. «Esto dificulta el marcaje de dónde están y hace peligrosa toda esa franja de terreno», continúa. La movilidad provoca que no existan mapas de minas fiables y convierte la franja de desierto en una tierra de muerte. Aunque el armisticio haya llevado a una paz precaria, Piera recuerda que las minas mantienen el goteo de heridos y alimentan nuevas acogidas en Mártir el Sheriff. «La guerra sigue viva y causando heridos», sentencia el fotógrafo catalán. Buena parte de las minas provienen del Estado español, otras tantas o más llegan del francés. Dentro del salvajismo que supone la fabricación de esta arma, se conserva el civismo y el cinismo de marcar con el nombre del fabricante cada explosivo y su origen. Y lo que es más llamativo en este caso: la fecha. Según comentan los reporteros, en los territorios liberados se han encontrado minas fabricadas en el 2000, lo que implica que se enterraron, al menos, seis años después de que se firmara la tregua y saltándose la supervisión de las Naciones Unidas. «Habiendo minas con fecha del año 2000 es difícil afirmar cuándo se dejaron de colocar», ironiza Piera.

Otro enfoque para las víctimas

«Lo que nosotros no queríamos era destacar el muñón», defiende Joseba Zabalza. En su lugar, la iniciativa pretende sacar a los afectados en su dignidad y dibujar, sobre blanco y negro, la vida cotidiana de Mártir el Sheriff, con sus cuidadores y con sus carencias. El mensaje sigue siendo de denuncia y reivindicación de la causa saharaui, «lo que queremos enseñar es un conflicto que es sangrante», prosigue Zabalza. «Los saharauis viven en campos de refugiados y en un campo de refugiados no se vive bien. Nada funciona como debería y falta de todo», le replica Piera. El estancamiento del conflicto entre Marruecos y el Polisario ha llegado a una tregua que va en perjuicio de los saharauis, pues ellos son los condenados a vivir lejos de su tierra en un campamento de barro y arena cedido por Argelia. Es decir, viven en su cotidianeidad las consecuencias de un conflicto aún por resolver. En este sentido, la batalla por una implicación de la comunidad internacional sigue abierta. Y es en la cotidianeidad del sufrimiento de quienes viven en los campamentos donde, a día de hoy, se aprecia la opresión. Por eso, y gracias a la ONG Aldea y a las asociaciones de amigos del Sáhara de Catalunya, Piera y Zabalza han decidido retratar el día a día de los heridos del desierto, rescatando con sus máquinas instantes del centro Mártir el Sheriff.

 

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