Raimundo Fitero
Políglotas de acero
No obstante esto de las lenguas, los idiomas, los lenguajes, desbordados por el tsunami eufemístico de los seudo ministros de asuntos económicos, lo que realmente está en una escalada bélica de los años sesenta del siglo pasado es el asunto de Gibraltar. Declaraciones altisonantes, bravuconadas, chulerías, patrioterismos baratos del ayer en el terreno verbal, pero en el de los hechos, la cosa va más allá de cualquier acto legionario comprensible. Patrulleras de la Guardia Civil contra barcos de la marina inglesa. ¡Toma ya diplomacia! Es necesario que aparezca un ministro que hable inglés, que escuche, que le traduzca a Rajoy y su pirómano ministro de exteriores la historia, que piensen en las islas Malvinas, y a partir de ahí que intenten dejar los asuntos del abuelo Franco para mejores ocasiones. No agiten más el peñón que se va a convertir en una china en los zapatos que les va a molestar para andar por toda Europa. Que los chicos de la pérfida Albión mandan mucho más que las castañuelas, el botijo y el toro de las carreteras del rancio españolismo de postal.
De repente me llega una duda, ¿en qué idiomas se compran y venden acciones, se hace subir y bajar índices de cotización? Los monos de Gibraltar hablan en llanito. Un inglés con acento andaluz.