Fede de los Ríos
Su mendacidad, nuestra mendicidad
Hay una duda que hace ya tiempo asalta mi deteriorado cerebro. Cuando los que rigen nuestros destinos y tanto ayudan a que nuestra vida resulte difícil a la par que miserable nos mienten, ¿se partirán el culo (de risa entiéndase) entre bambalinas, lejos de los focos? ¿En qué pensarán? Si Yolanda Barcina, nuestra Yoli, como sabe todo cristo en el Viejo Reyno, tanto que hasta los afectados de alzheimer recuerdan cómo hace cuatro días (después que le pillaran cobrando las famosas dietas de la Caja), se subió el sueldo un 33% gracias a crear algo que bautizó como «complemento de responsabilidad». Cómo es posible que, por tercera vez en las últimas semanas, asegure que ella y su gobierno, para dar ejemplo, han bajado sus sueldos en un 40%. ¿Se tratará de una apuesta?
¿Acaso el vicepresidente Segundo y consejero de Economía y Hacienda, el zaragozano Álvaro Miranda, otro dietista con complemento, le habrá retado a la de Burgos con un «a que, con la que está cayendo, no hay güevos de volverlo a decir?». Y la hija del Cid no se arredra ante el nieto de la «maña» Agustina. Menudo carácter el de la especialista en dietética y nutrición (y aquellos tentándole con tartas de merengue, si es que no tienen idea buena).
¿Se confesarán a menudo estos que dicen ser tan meapilas? ¿Así fácil? Miento, me confieso y mi alma queda más limpita que con Fairy y vuelta a empezar en un eterno y enriquecedor bucle.
Cuando Patxi López, en voz alta, afirma que no piensa convocar elecciones y que sigue para sostener el bienestar... ¿la voz queda de su interior termina la frase... «el mío, por supuesto»?
Decía Nietzsche que los hombres no huyen tanto del ser engañados como del ser perjudicados por la mentira. Eran otros tiempos, donde mentira y dignidad, aunque en pugna, convivían. Donde las mentiras de los que determinaban la existencia de los demás estaban bien construidas y engañaban. Donde uno podía batirse en duelo con quien ofendía su dignidad. Ahora las grotescas mentiras de los poderosos se presentan acunadas por el miedo que produce nuestra sumisión.
No temen, nuestros gobernantes, al fin del mundo anunciado por los mayas para hoy 20 de mayo de 2012. Siguen acumulando bienes gracias a sus mentiras. Nosotros, ya desengañados, cada vez más pobres, algunos indignados y los más, indignos.
Por cierto, hablando de mentiras, hoy el santoral católico homenajea a uno de los «pensadores de la escolástica» (un oxímoron) bajomedieval, Bernardino degli Albizzeschi, que pasaría a la historia como San Bernardino de Siena. Un santo la mar de actual, defensor de la propiedad privada, los empresarios y martillo de desordenados sodomitas. «Sobre los contratos y la usura» y «Abominabile peccato della maledetta soddomia» son dos de sus principales sermones; calló acerca de la pederastía. Adelantado a su tiempo, su semilla germinó y dio su fruto: las inmatriculaciones, el banco Ambrosia- no, la Caja Sur, Rouco, Cañizares, el de Alcalá de aflautada voz. Un visionario el tal Bernardino.
Una sobredosis de verdad puede matarnos.