Santana apunta que el instrumental «Shape shifter» está inspirado por Dios
Entre inspiración y dedicatorias el nuevo disco de Carlos Santana, quien ha optado por los instrumentales y la guitarra solista como eje, es un encuentro de diferentes sonoridades que llegan a despistar por sus diferentes atuendos. Santana dedica el álbum a todos los nativos americanos, aunque extiende en entrevista esta visión a todos los pueblos nativos. «Shape shifter» es el disco número treinta y seis de su discografía y editado en su propio sello.
Pablo CABEZA | BILBO
Para quienes llevan paseando por este mundo un buen número de años, el nombre de Carlos Santana va ligada a los sentimientos de una juventud que encontró en su guitarra y sus ritmos latinos una nueva sonoridad arrebatadora.
Con el tiempo decidió mezclar a Dios, el que fuere, con el diablo y la sensualidad. Una etapa intermedia con muchos aportes sugerentes. Después llegó un Santana desangelado, espeso y forzado a realizar un tipo de canción comercial por presiones discográficas y por su propio descenso a los infiernos. Es posible que su carrera, más o menos, fuese ejemplar hasta la publicación de «Oneness: silver dreams golden realities» (1979). Desde ahí en adelante, canciones sueltas y derrumbamiento de una de las mejores guitarras de la historia del rock and roll.
«Shape Shifter» se abre con la canción de igual título. Los primeros cantos nativos invitan a creer que se va a enfrentar a un álbum parecido al que en su momento creó el guitarrista Robbie Robertson (ex The Band), titulado «Music for the native americans», pero ni los siguientes compases van en esa dirección ni el resto de canciones. Quizá no importe, pero se esperaban más sonidos y cantos tribales que treinta escuálidos segundos.
Como los tiempos permiten pagar por canción, si tuviéramos que acudir al sistema de romper la unidad del álbum (algo que la mayoría de veteranos detestan) con bajar los cuatro primeros cortes sería suficiente. Ese es el mejor Carlos Santana, en especial en el tema «Nomad», una canción clave para entender al otro Santana, el vigoroso y crucial. «Metatron» es una canción que por estructura nos recuerda a los recursos melódicos del guitarrista Jan Akkerman, (Focus). En este caso, Santana también consigue un espléndido ambiente basado en la pelea del wha wha y la distorsión con otras melódicas notas, aunque sin llegar a la dulzura espesa de caramelos saturados como «Angelica faith» o la más afortunada «In the light of the new years». De hecho, Santana persigue desde hace años, y en este disco prueba, conseguir otro «Samba pa ti» o «Europa», y no, aunque esa «In the ligth...» lo intente.
Supernatural
Ya se ha comentado que el disco se lo ha inspirado Dios y que se lo dedica a los nativos americanos, pero Santana aclara que no tiene ninguna conexión con el Papa y que no cree en la iglesia como institución. Por lo que nunca ha tocado para El Vaticano. No aclara si se lo han pedido.
«Supernatural» fue el disco de mayor éxito de Santana en los últimos años, aunque de esto ya hace trece. Con la colaboración de Dave Matthews, Everlast, Eric Clapton, Rob Thomas, Eagle-Eye Cherry... y Maná, más unas buenas composiciones, se hartó a Grammys y dólares.
Visto lo poco que se habla de «Shape shifter» en los medios de comunicación generales y especializados, injustamente, bien parece que Carlos Santana seguirá recordando el éxito reviviendo «Supernatural».
Santana cuenta en «Shape shifter», con la colaboración, entre otros, de Salvador, su hijo, en cortes como «Canela» y «Ah, sweet dancer». Dedica la canción «Mr. Szabo» al guitarrista húngaro Gabor Szabo, creador de «Gypsy queen», popularizada por el guitarrista en 1970.
Carlos Augusto Alves Santana nace el 20 de julio de 1947 en Autlán de Navarro, Jalisco, México. Con cinco años su padre le enseña a tocar el violín y con ocho comienza con la guitarra. Sin embargo, será el San Francisco de las flores el que le eleve a la historia.
La sonoridad de Santana como banda se labra en San Francisco, donde músicos de diferente entorno mezclan el sonido característico de Carlos Santana con el Hammond, la percusión afrocubana y una batería de jazz.
Disco: «Shape shifter».
Canciones: Doce instrumentales y una con voces.
Tiendas: Ya a la venta.
Estilo: Rock fusión, afro, latino, jazz y blues.
Precio: 16/17 euros.
Trece piezas recorren los imaginarios surcos de «Shape shifter», un álbum que se mueve por tantos territorios que termina por resultar inconexo, aburrido en ocasiones, merengoso otras y soberbio en cuatro o cinco aportaciones donde la guitarra recorre el mástil con la misma ambición que en sus primeros discos. El álbum es instrumental, salvo por el corte «Eres la luz», un texto que deja abierto el contenido a sugerencias, aunque todo parece indicar que Dios está por medio. El corte, pegadizo y resultón, es un cruce entre una canción de plaza, Ricky Martin y la guitarra solista encabritada y férrea de Santana. P. C.