No paran. Han logrado una reforma laboral que deja en nada los derechos laborales. Todo el poder se queda en manos de los empresarios. Nos cortan las prestaciones sociales y nos suben el precio de los bienes esenciales, pero todavía quieren conseguir más: que les bajen los impuestos. Son los «chupasangre». Los tenemos cerca de nosotros: empresarios, poder económico y financiero. Hacen piña para asaltar nuestros bolsillos. Hace unos días la patronal vizcaina recordaba, como si no fuera con ella y los de su casta, que habían aumentado los expedientes de regulación un 140% en los primeros cuatro meses. ¿De quién es la culpa, del trabajador o del empresario? Evidente.

Estos días atrás, el presidente de Confebask, Miguel Angel Lujua, pidió la reducción de los impuestos y decía que los empresarios pagan más impuestos aquí que en Alemania, Dinamarca o la UE. Otra mentira. En Hego Euskal Herria la presión fiscal media es del 29,3% y en la UE-27 está en el 38,4%. Una diferencia que supone que si en los cuatro territorios vascos fijáramos esa misma presión fiscal que, entre otras cosas, supone elevar los impuestos a quienes se están apoderando de la riqueza que los trabajadores estamos generando, contaríamos con 8.000 millones más de ingresos tributarios para las arcas públicas. No tendríamos déficit.

Los últimos datos de Eurostat de 2010 indican que los impuestos sobre el capital a las corporaciones empresariales en la UE suponen el 2,4% del PIB. En el Estado español es del 1,8%; en Alemania, del 2,2% y en Dinamarca, del 2,7%. En el Impuesto de Sociedades, siete de cada diez empresas vascas no lo paga y las que lo pagan lo hacen a un 13%, cuando tendrían que hacerlo al 28%. ¿De qué se quejan?

Un tercio de la población de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa tiene unas rentas que no superan el umbral de la pobreza, según las estadísticas de la Hacienda vasca. Y, en cambio, un 1,3% de la población vasca controla el 44,8% de la riqueza que se genera en Hego Euskal Herria, según los datos oficiales del Banco Banif, filial del Santander y «cazafortunas» para hacer negocio. Por lo tanto, quienes tienen más deben pagar más, sin medias tintas y sin ofertas a la baja. ¡Que paguen ya!