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Nestor Fernández | Concejal de Bildu en Trebiņu

Estamos en Araba, construyamos Trebiņu

Esa obsesión por arrinconar al euskara ha supuesto el fracaso de la escuela pública de Trebiñu. Ni siquiera la gratuidad de servicios con cargos al erario ha funcionado para atraer a la población escolar del enclave a un modelo que desprecia el euskara

Es opinión unánime de historiadores y lingüistas que, desde tiempos prehistóricos, el euskara ha sido lengua natural de los habitantes de las tierras de Uda. Resulta patente que, hoy en día, los habitantes de Trebiñu conceptúan el euskara como lengua propia o, al menos, como lengua que desean aprender y transmitir. Así se infiere de las encuestas sociolingüísticas que periódicamente publica el Gobierno Vasco.

La Junta de Castilla y León es consciente de esta realidad. No obstante, en su lucha por asimilar a los trebiñeses y trebiñesas no tiene escrúpulos. Niega la mayor vinculación de Trebiñu a Araba, como ya lo hiciera para vetar el derecho legítimo a reintegrarnos a Araba. Niega incluso el hecho diferencial que, no es casual, Trebiñu representa en una comunidad autónoma que le es ajena.

En lo que atañe al ámbito educativo, Castilla y León podría haber optado por aplicar la Carta de las lenguas regionales y minoritarias ratificada por el Estado español y garantizar el derecho a la educación en euskara a los escolares de Trebiñu, en similares términos que a los del resto de Araba. Sin embargo, las autoridades educativas que dirigen la comunidad han preferido aproximarse a modelos educativos tan humillantes como los que en el siglo XVIII adoptó Carlos III con el fin de promover la unificación lingüística en los extensos territorios del Imperio español en la Península y Ultramar. Carlos III mandó que en todo el Imperio «la enseñanza de primeras letras, latinidad y retórica se haga en lengua castellana generalmente, donde quiera que no se practique, cuidando de su cumplimiento las Audiencias y Justicias respectivas, Universidades y Superiores Regulares para su exacta observancia y diligencia en extender el idioma general de la Nación para su mayor armonía y enlace recíproco». Por estos años se multiplicaron las Reales Órdenes más denigrantes de toda la historia colonial hispanoamericana en contra de las lenguas americanas.

Siguiendo esa misma doctrina absolutista aplicada en el siglo XVIII a todo el Imperio -y que en Euskal Herria todavía no ha cesado-, las autoridades castellano-leonesas procuran promover una mayor «armonía y enlace recíproco» con los trebiñeses y trebiñesas a base de despreciar la lengua que constituye el elemento constitutivo más destacado de nuestra identidad cultural.

Esa obcecación de las autoridades educativas de Castilla y León por la educación monolingüe, en castellano, determinó el cierre de la anterior escuela pública de Argantzon. Esa obsesión por arrinconar al euskara ha supuesto, igualmente, el fracaso de la escuela pública de Trebiñu. Ni siquiera la gratuidad de servicios con cargo al erario público (que, en otros centros de la misma comunidad, corren a cuenta de los padres y madres), ha funcionado para atraer a la población escolar del enclave a un modelo lingüístico que desprecia el euskara.

La concertación de centros escolares que imparten la enseñanza en euskara no tiene cabida dentro del sistema educativo de Castilla y León. Aún así, a pesar de las trabas administrativas, el elogiable esfuerzo colectivo de amas y aitas, profesores y profesoras e Ikastolen Elkartea ha hecho posible la educación en euskara en el enclave hasta los 6 años, hasta el punto de que la Ikastola Argantzon se ha convertido en el centro de referencia del enclave en la franja de edad de 0-6 años.

Mucha menos cabida tiene la enseñanza pública en euskara en dicho sistema educativo. A este respecto, ni siquiera la escuela infantil de Trebiñu (0-3 años), soportada con la financiación del Gobierno Vasco, garantiza la enseñanza en euskara. Como muestra, basta recordar la voluntad del gobierno municipal de Trebiñu de eximir a los profesores de su obligación de estar en posesión de los perfiles lingüísticos preceptivos, dicho sea de paso, contraviniendo las normas de adjudicación del contrato de gestión del servicio público relativo al centro educativo de Ventas de Armentia.

Consecuentemente, ha quedado en evidencia que podemos someternos a la «armonía y enlace recíproco» pretendido por Castilla y León, olvidarnos de lo que somos y asimilarnos a la comunidad a la que administrativamente pertenecemos contra nuestra voluntad.

En caso contrario, solo nos queda integrar los centros educativos existentes del enclave en el sistema educativo vasco y garantizar la enseñanza pública en euskara en los mismos términos que en el resto de Araba. Ambas alternativas resultan factibles, pero solo la segunda puede salvaguardar la transmisión de nuestra lengua a nuestros hijos e hijas con todas las garantías.

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